Son las 7.30 de la mañana y los pequeños ya corretean por el campo. "Hoy es día de matances", exclama una niña. Son cuatro niñas que, arremangadas, están dispuestas a ayudar en todo. Mientras los mayores comienzan a cortar la carne, ellas se ofrecen voluntarias para trasportarla hasta el cobertizo. Es el séptimo año consecutivo que la Obra Cultural Balear de Calvià organiza unas matances abiertas al público en la finca de Can Ros de Calvià. Este año las harán con dos porcs negres.

Una veintena de personas se ponen manos a la obra. Bueno, algunos solo miran. Los adultos empiezan a separar la carne. "Esta grasa y esta carne la utilizaremos para la sobrassada" apunta Xesc Sans, pagès y organizador de las matances. Al otro lado, otro grupo limpia los intestinos con agua caliente, limón y vinagre. "Lo intentamos hacer lo más tradicional posible" comenta Sans. Un intestido se agujerea. "Tendremos que coserlo", señala la mujer.

Son las 11 horas y toca reponer fuerzas. Aún queda un largo día de trabajo. Xesc comienza a encender el fuergo mientras sus compañeros le presionan porque tienen hambre. Se han levantado a las seis y media de la mañana. Entre todos ponen la mesa. Y, como cada año, el lomo y la xulla presidieron la mesa. Mientras, los más pequeños de la casa saboreaban una enorme coca cocinada por la padrina. Después del vermut, vuelta al trabajo.

Toda la carne está cortada y separada. Ahora queda lo más importante, dicen los pequeños, "fer la sobrassada. Xesc se encarda de pastar la mezcla de carne triturada y de "trempar-ho" con especias y pimentón. Los niños disfrutan de verlo, y de meter la mano en la pasta de vez en cuando.

Acercan más carne. Ésta para hacer los botifarrons y botifarronscamaiots Es de noche cuando acaban. Cansados de una larga jornada, los asistentes se muestran satisfechos con el resultado. Ahora solo piensan en probarla. "La sobrassada que hace uno sabe mucho mejor" comenta Sans.

Una tradición mallorquina que poco a poco va perdiendo fuerza. "Con estas matances lo que queremos es poner en valor nuestra cultura y mantener la tradición" declara Sans, quien lamenta que de cada vez hay menos mallorquines que hacen matances. Además, "es una buena oportunidad para aquellos que nunca han visto cómo se hace que lo vivan en primera persona" continúa el pagés.

Xesc explica que algunas personas que hacen matances "lo hacen corriendo". "Es una pena porque lo bonito de hacer matances, más que por el producto, que bueno es, lo importante es que es como una fiesta en la que nos reunimos familiares y amigos" sentencia. Acaba el día de matances. Ahora los pequeños piensan en las matances del año que viene. Sus padres solo esperan que nunca pierdan esa ilusión para seguir con la tradición.