Felanitx celebró ayer el centenario de la Estació Enològica. El acto, promovido por el semanario Felanitx, contó con la implicación de bodegueros locales y del ayuntamiento, y atrajo a un considerable número de ciudadanos.

La Estació Enològica fue creada por Real Orden de 1 de diciembre de 1910. Su finalidad: estudiar todo aquello referente al cultivo de la viña y a la elaboración del vino. En esta línea, el mossèn e historiador Pere Xamena detalla en su libro Felanitx mot a mot que el consistorio contruyó el edificio en el año 1913. El primer director fue Ernest Mestres. Fue suprimida por orden ministerial de 23 de noviembre de 1940; transformada en 1941 en Laboratorio Provincial. Durante los años 1917-1919 la estación publlicó el Boletín Viti-vinícola. En 1933 se editó el volumen Apuntaciones de Viticultura y Enología que recogía los principales artículos publicados en el boletín.

La Estació Enològica, ubicada en el Passeig Ramon Llull, ha sido también centro de salud (exactamente Punto de Atención Continuada) y ayuntamiento provisional (mientras se ejecutó la reforma del edificio del centro). En estos momentos hay los Servicios Sociales, Juventud, Urbanismo (trabaja el equipo redactor de las Normas Subsidiarias), la radio municipal (a punto de emitir en el 94.7 FM) y el Fogaiba (Fons de garantia agrària i pesquera de les Illes Balears). A su vez, el ayuntamiento prevé ejecutar pronto la rehabilitación de un ala del complejo que antaño sirvió para el juzgado de paz y la Cruz Roja.

Si la Estació Enològica cumple 100 años, esta misma década también celebrará un siglo el emblemático Celler Cooperatiu, conocido popularmente como es Sindicat. Fue fundado en 1919 a iniciativa del ingeniero agrónomo Ernest Mestres, director de la Estació Enològica y con la colaboración de Bartomeu Vaquer, presidente de la Cámara Agrícola, y de mossèn Miquel Caldentey, fundador y presidente de la Caixa Rural de Felanitx. La construcción, de estilo modernista (planos del arquitecto Guillem Forteza) empezó a funcionar en 1921, detalla mossèn Pere Xamena. El grave estado de abandono del singular inmueble, Bien de Interés Cultural y en manos de un empresario binissalemer, preocupa.