Tras un fin de semana poco placentero desde el punto de vista meteorológico, el tiempo dio ayer una tregua medio soleada, un paréntesis en forma de tiempo apacible que aprovecharon miles de personas para sumarse al ritual de Tots Sants y honrar la memoria de los difuntos.

En algunos municipios, como Inca o Manacor, se habilitaron dispositivos policiales para regular la llegada masiva de vehículos, aunque no se registraron congestiones significativas. En la capital de la comarca de Llevant, la entrada al cementerio de Son Coletes se habilitó por la carretera de Felanitx y la salida, en dirección a Calas de Mallorca.

En Manacor, se estrenaron instalaciones, unos ascensores que permiten el acceso a los nichos más elevados. De hecho, es habitual que haya municipios que aprovechen el día de Tots Sants para estrenar reformas. Así, en Maria de la Salut se inauguró el nuevo tanatorio y la ampliación del cementerio, obras que han tenido un coste en torno a los 500.000 euros. En Campanet, también están previstas mejoras, si los recortes de gasto público lo permiten.

Pero si en esta jornada hay un protagonista no hay duda de que son las flores. Son el símbolo de la ofrenda. Del homenaje. Del recuerdo. Lo saben bien, por ejemplo, en Andratx, donde, durante estos días, ha habido un mercado de flores en la plaza de la vila. Numerosos vecinos compraron en estos puestos adornos florales para llevar al cementerio.

El ritual de Tots Sants tiene también su vertiente ceremonial. En forma de misa o responsorio. En Bunyola, la ceremonia fue oficiada por el párroco del pueblo, Llorenç Lladó, y contó con la participación de la Coral Polifònica de Bunyola. Los asistentes llenaron también la misa del Oratori de La Santa Creu, en Porreres. Al acabar el oficio, los asistentes se dirigieron al cementerio para rezar un responso con el rector Àngel Reigadas.

Jornada tranquila

La jornada se vivió con absoluta tranquilidad, y el hecho de que el uno de noviembre estuviese precedido de un fin de semana hizo que muchos aprovechasen el sábado y domingo para acudir al cementerio. Eso redujo las aglomeraciones del uno de noviembre. Sucedió así en Lloseta o Sóller.