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Los presupuestos de Palma, aun sin letra pequeña

Vista del bosque de Bellver.

Vista del bosque de Bellver. / B. Ramon

Àngels Fermoselle Paterna

Àngels Fermoselle Paterna

No me encuentro entre las personas privilegiadas que hayan podido acceder a la letra pequeña de los próximos presupuestos municipales de la ciudad de Palma, los primeros de la época Martínez quien, como saben, deberá contar con los votos a favor de Vox o con la colaboración de algún otro partido.

A falta de detalles, que no serán menores, solo puedo comentar los rasgos generales de la rueda de prensa del alcalde y la posterior ampliación del apartado de Cultura que hizo Xavier Bonet como responsable de esa área.

Suena bien que se pretenda ampliar el bosque de Bellver adquiriendo fincas limítrofes, pero desentona con que no se diga nada de crear un gran parque verde en la zona que une Son Forteza con Son Fuster. Quienes allí viven, se merecen atención y la descontaminación que implican los árboles en uno de los lugares más gaseados por las decenas de miles de vehículos diarios que circulan a su alrededor. Hablo del Parc de les Vies. Quizás suene inocente, por mi parte, que en este primer presupuesto del nuevo equipo ya figurara ese corredor verde para la ciudad, pero sería de justicia y la demostración de que se piensa en los barrios más apartados.

Veo que la partida de Seguridad Ciudadana aumenta y confío en que se trabaje por una eficacia mayor, especialmente en el apartado de civismo. Recuerden que el departamento se llama Seguretat Ciutadana i Civisme. La convivencia amable, en una ciudad cada vez más densamente poblada, es la pócima que puede garantizar la calidad de vida de sus habitantes, esa por la que clamó Jaime Martínez en la presentación de sus primeros presupuestos. Dijo que no había que ser conformista, y que se debía trabajar para recuperar aquel marchamo de mejor ciudad en la que vivir. Son demasiados, y muchos de ellos subjetivos, los factores que influyen en esa percepción, pero uno de los principales sería el nivel de civismo. Hoy, en Palma, la realidad es que el comportamiento incívico, egoísta y reprochable campa a sus anchas. Incluyo en esos comportamientos tanto los de particulares, con o sin vehículo, como el uso invasivo del espacio público por parte de muchos negocios provocando ruido, suciedad, desorden y molestias. Todo tiene remedio, si se quiere, antes de que se llegue a mayores. Entre el incivismo y la alteración del orden y la violencia, las separaciones son tenues. Hay que prevenir. También en los presupuestos.

Me alegro de que haya una partida más o menos substanciosa para la nueva regiduría de personas mayores y que desde allí se tenga la posibilidad de trabajar, en alianza con otros departamentos, para que la tremenda noticia del Diario de Mallorca firmada por M. Elena Vallés el domingo pasado sobre las personas ancianas que no pueden salir de sus casas por falta de ascensor ni otras alternativas, pase a ser algo de pesadilla olvidada. No sé si hay que recuperar la subvención municipal o hay que ir más allá, pero es un problema real al que hay que aportar soluciones.

Noto a faltar un fondo económico para equipamientos en Pere Garau, el barrio más poblado, más multicultural y más desequipado de la ciudad. Y espero que la mencionada letra pequeña, depare alguna sorpresa agradable y, como se prometió, haya alguna partida para recuperar las tejas expoliadas del mercado.

El Patrimonio como inversión merece también que se le saque brillo, no solo como contenedor de exposiciones artísticas o actividades culturales. Y no le haríamos ascos a que hubiera alguna partida económica para ayudar a particulares locales a conservar esos inmuebles históricos, que también disfrutamos quienes paseamos por nuestra ciudad.

Sé que se criticará que se reduzcan los bonos comerciales para compras en comercio. Solo puedo decir que a mí me perjudicaban, porque al no haber accedido a ellos, ni como propietaria de un comercio ni como clienta, mis potenciales compradores, lógicamente, a veces elegían a quienes sí les hacían esos generosos descuentos. En resumen, los bonos beneficiaban solo a unos pocos.

Mayor limpieza, mejora de la accesibilidad, lucha contra las pintadas vandálicas, atención a las mujeres víctimas de la violencia de género y a sus familias, bibliotecas, garantías para que se pongan viviendas en alquiler e inversión en transporte público. De todo ello se habla en el proyecto de presupuestos y todo suena bien, a la espera de la letra pequeña. Ánimos y al tanto.

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