Ni el Govern ha hecho los deberes ni tampoco elayuntamiento de Palma, que sigue confiando ciegamente en la autorregulación del sector, así que Mallorca volverá a sufrir este verano la misma escasez de taxisque padeció en julio y agosto de 2022. Y lo hará en la temporada en la que la industria turística espera superar los registros de afluencia de visitantes anteriores a la pandemia. Prepárense para el colapso diario, porque nuestros representantes políticos se han desentendido del problema tras anunciar que lo vivido durante la temporada pasada no volvería a ocurrir.
Todas las medidas anunciadas por el Ejecutivo de Armengol para paliar la escasez de taxis se quedaron ya en papel mojado el pasado mes de febrero. Ni entrará en funcionamiento este verano la anunciada aplicación de móvil desde la que reclamar un taxi, ni tampoco se podrá insularizar el servicio para que en caso de escasez de vehículos en un municipio puedan acudir los de otra población próxima.
En cuestión de transporte público, Mallorca sigue anclada en el paleolítico inferior. Y ahora encima a los taxistas les molestan los atascos y las obras y encuentran otra excusa para desplazarse en masa al aeropuerto y evitarse las molestias que sufren los ciudadanos, a cambio de un entorno más cómodo y rentable.
Quizá alguien debería recordarles de una vez que son un servicio público y que Palma no termina enSon Sant Joan. También sería deseable que el ayuntamiento de Palma controlara el cumplimiento de la norma que obliga a los vehículos a trabajar al menos durante tres días al mes en la ciudad y no en el aeropuerto. Y de paso el consistorio podría arreglar la aplicación MobiPalma, que cada dos por tres se avería y deja de dar información sobre las paradas del bus de la EMT, la planificación de rutas y los horarios de paso de los buses por las paradas.