Diario de Mallorca

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Crónica de antaño

Antiguas armas de Jaime I que se exponían durante la fiesta del Estandarte

Antiguamente se sacaban otras piezas que, según la tradición, habían sido del rey

La Festa de l´Estendard, tal como se celebra en la actualidad. G. Bosch

Cada 31 de diciembre, desde el siglo XIII y prácticamente de forma ininterrumpida, se celebra en Palma la fiesta del Estandarte (Festa de l´Estendard), es decir, el estandarte o pendón del rey Jaime I. Ésta ha sido siempre una celebración solemne, en la que, el pueblo de Mallorca primero y desde el siglo XVIII los palmesanos, pero siempre con la representación de las principales autoridades de la Isla, han conmemorado la creación del nuevo reino forjado en medio del mar, tras la conquista de Mallorca por Jaime I y sus huestes en 1229.

Actualmente, el acto central de la fiesta es la colocación del estandarte real en el centro de la plaza de Cort por parte de los regidores del Ayuntamiento de Palma, legítimos herederos de los jurats de la antigua Universitat de la Ciutat y Regne de Mallorca, institución que durante siglos organizó la fiesta hasta su desaparición en la segunda década del siglo XVIII. Allí, en Cort, se le rinden honores a la antigua enseña. Posteriormente una comitiva institucional, seguida por el pueblo, se dirige a la Seu. Tras la celebración de la misa, la comitiva regresa a la plaza de Cort, donde, de nuevo, los miembros de la Corporación municipal retiran el Estandarte y, posteriormente, junto al resto de autoridades, escuchan el tradicional poema La colcada, obra de Pere A. Penya, delante de la fachada del Ayuntamiento, la Sala, antigua Casa dels Jurats.

Antaño la fiesta tuvo un significado más profundo. Tal como recordaba el archivero e historiador Pere de Montaner, el motivo "no es deu solament al natural desig de festivar els orígens d´una comunitat. N´hi ha més, car la Conquesta era unànimament considerada com la font d´allà on emanaven, a Mallorca, els poders -civil, militar i eclesiàstic- i les propietats directes i útils". Es decir, y para ser breves, en la fiesta del Estandarte no solo se celebraba la fundación del reino sino también la cuna de su cuerpo jurídico, político y, lo que era todavía más importante, su reparto y disfrute de la propiedad feudal en toda la isla.

Lo que ahora importa recordar es que desde sus orígenes, en la celebración de l´Estendard se ha rememorado la fundación del reino, y no sólo de la ciudad; así como siempre ha habido la participación de las autoridades civiles, militares y eclesiásticas de todo el reino, y no solo de Ciutat. Es más, quien se encargó siempre de organizar tan importante acto fue la institución de gobierno de la ciudad y reino, es decir, la Universitat, por lo que representaba a tota la isla y no solo a su capital. Y no solo eso. Es necesario recordar que en 1358, el rey Pedro el Ceremonioso ordenó que acudiesen a la Fiesta del Estandarte los denominados caballos armados (cavalls armats), todos aquellos caballeros feudales que habían recibido cavalleries, es decir, tierras repartidas por toda la isla y que, a cambio, estaban obligados a defender el reino con uno o varios caballos armados.

Por lo tanto, cada 31 de diciembre acudían a Palma, desde de los cuatro puntos cardinales de Mallorca, procedentes de sus possessions, todos aquellos caballeros poseedores de cavalleries, los cuales debían presentarse en perfecto estado de revista, con sus caballos, armaduras y armas, ante el lugarteniente del rey, en el castillo de la Almudaina y seguidamente participar en el desfile del Estandarte -de aquí viene el nombre de colcada. Por tanto, es necesario insistir: cada 31 de diciembre, en la fiesta de l´Estendard, se conmemora, desde hace casi ochocientos años, la fundación del Reino de Mallorca, no de Palma.

En fin, recuerdo estas cuestiones a propósito de la polémica suscitada sobre la legitimidad de que participen, a parte de las autoridades de Palma, el resto de representantes públicos procedentes de otros municipios de Mallorca.

Como se sabe, en el momento que la corporación municipal saca el estandarte para clavarlo en el centro de la plaza de Cort, también se expone ante el público la cimera de la víbora alada (o dragón), antigua divisa de los reyes de Aragón. Previamente, se ha colgado en la fachada principal del Ayuntamiento el retrato de Jaime I. Esos son los tres objetos relacionados con el rey que se exponen cada 31 de diciembre. En cambio, antiguamente se sacaban otras piezas que, según la tradición, habían pertenecido a Jaime I. El profesor Antoni I. Alomar nos advierte de que ya en 1591, el cronista Joan Binimelis recordaba que cuando se sacaba el estandarte real cada 31 de diciembre, también se exponían un retrato del rey (posiblemente el mismo que todavía hoy se conserva), la cimera y otros objetos, todos ellos atribuidos al rey fundador. Por la documentación conservada de la época se conocen esos objetos, de los cuales, parece ser que ninguno perteneció nunca al rey Jaime, pues fueron realizados en siglos posteriores al de la conquista. Esos objetos eran: unas gualdrapas (mantes en vestidures de cavalls de la Conquista) con las "barras" de los reyes de Aragón; una silla de montar atribuida al rey conquistador (sella vella del Rey en Jaume); cotas de malla, una espada de dos manos; un arnés de justas (peto de ferro de la conquista); tres armas de fuego primitivas, consideradas como "canons de bombardeta de la presa de Mallorca"; e incluso un escudo que había pertenecido al último rey moro. Todos estos objetos eran los utilizados cada año de inmemorial en la Fiesta del Estandarte. No se conoce la procedencia de todas armas, aunque no es aventurado pensar que seguramente pertenecieron a algunos de los caballeros que habrían ido participando en el desfile en años o siglos anteriores.

Según Alomar, esas armas, con el paso de los años, se convirtieron en objetos antiguos a consecuencia de los cambios en el armamento y en la indumentaria, por lo que no tardaron en ser reconvertidos en pertenencias personales de Jaime I. Por ese motivo, en el siglo XVII todos estos objetos, a excepción del estandarte, dejaron de usarse en el desfile por lo que pasaron simplemente a exponerse frente a la fachada de la Casa dels Jurats. De esta manera, en 1627, la silla de montar, que cada año había sido usada por el portaestandarte, ahora se convertía en la "vieja silla del rey Jaume". Empezaba así la mitificación de todas estas armas y objetos. Pocos años después, en 1632, el cronista Dameto escribía: "En remembranza de esta tan esclarecida victoria y gloriosa conquista, suele nuestra ciudad en señal de agradecimiento y alegría sacar en la plaza pública el estandarte real, y algunas otras armas de nuestro invictísimo conquistador. [...] Echase esto de ver claramente en las armas que cada año el último de diciembre se ponen patentes, y á vista de todo el pueblo en la Sala de esta Universidad, donde yo las he tenido en mis manos, y visto y considerado diversas veces con muy particular curiosidad".

En fin, esta situación perduró hasta principios del siglo XIX. Tras el año 1827 se abrió un paréntesis que duró hasta 1844, en el cual la fiesta del Estandarte se dejó de celebrar. Ante esta situación, en 1830, el historiador Joaquín Maria Bover, tras una visita a la galería de Antigüedades de la Real Armería, de la que quedó admirado por todos "aquellos preciosos restos de la antigüedad", escribió un artículo en el Correo Literario y Mercantil de Madrid, en el que proponía que en Mallorca había "recuerdos gloriosos de muchos hechos que ocupan un distinguido lugar en la historia [...] Todas estas preciosas antigüedades se hallan en uno de los desvanes de la casa del Ayuntamiento de Palma, sin limpieza y aseo que el del polvo que las consume, a no ser en el último día del año que se sacan al público". Y luego, continuaba Bover en su artículo, tras advertir que todos esos objetos se podrían extraviar, "¿En dónde pues mejor que en la Real armería estarían custodiados tan interesantes monumentos?". La publicación del artículo de Bover tuvo repercusiones inmediatas, pues durante el primer mes de 1831, el administrador del Real Patrimonio de Baleares, señor Manuel Herrán, recibió comunicación del Mayordomo Mayor de la Casa Real en la que se solicitaban de todos aquellos objetos históricos que habían aparecido en el escrito de Bover. A finales de ese mismo año, el Ayuntamiento de Palma entregaba al Real Patrimonio las que habían sido durante siglos las armas míticas de Jaime I y en la Real Armería se conservan todavía hoy.

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