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Entrevista

Marina P. de Cabo: "La literatura es emoción y belleza; me hace olvidar el paso del tiempo"

El café o el té se alían a los libros que "expende" Marina P. de Cabo, la cuota femenina de Literanta. B. Ramon

Marina P. de Cabo son unos tremendos ojos azules que te invitan a entrar en un mundo de signos, las letras, que algunos hilan con oficio, otros con maestría y solo los grandes, con duende. Ella lo hace con discreción casi felina. "Me muevo entre la timidez, la seriedad y el riesgo pero luego cuando hablo, soy muy de andar por casa. Pero sí, me lo han dicho algunas veces, que parezco una máscara, pero de eso nada. No me escondo; solo soy tímida", señala.

La "expendedora de libros", como la llamó un amigo y cliente, es uno de los lados del triángulo que conforma Literanta, la primera librería café de Palma que celebró una década el año pasado. Instalada en el Call, se ajusta al perfil de las supervivientes según tendencia de las grandes megápolis. Solo las librerías independientes, vinculadas a un barrio de la ciudad, con apuestas claras por hacer también gestión cultural en su local podrán sortear la feroz competencia del gran vientre de las publicaciones de la era cibernética, Amazon.

En su apunte biográfico, una impostura, -Palma, 1879-. Lleva más que bien los más de cien años. "Podría haber elegido 1779, quizá me cuadra más. ¡Es una broma!", apunta quien se declara flaubertiana enfermiza.

-¿Por qué? ¿Usted también ha sucumbido a Madame Bovary?

-No me considero un personaje de Flaubert solo que admiro su don a la hora de crear personajes femeninos. Me quedo con Bovary y no con Anna Karenina. Me parece un milagro que un hombre pueda ver el alma de la mujer de la manera que él lo vio. Otros lo han hecho.

-"Mis personajes imaginarios adoptan mi forma, me persiguen o, por mejor decirlo, soy yo quien está en ellos. Cuando escribí el envenenamiento de Emma Bovary, tuve en la boca el sabor del arsénico con tanta intensidad, me sentí yo mismo tan auténticamente envenenado, que tuve dos indigestiones", escribió el propio Flaubert.

-¡Sí, sí! ¡Solo una cosa: no me considero una provinciana! (Risas).

-¿Expendedora? ¿Es nociva la literatura como el tabaco?

-¡Ja, ja! Noooo. A mí no me hace daño, sino todo lo contrario. Fue una broma de un cliente. A mí la literatura me hace olvidar el paso del tiempo. Su belleza, su emoción, casi estática tanto al leer como al escribir.

-Después iremos a su faceta como escritora, ahora nos quedamos un rato más con la librera. ¿Cómo entró en Literanta?

-Estoy desde el principio. Entré a trabajar, no como socia. Al irse José Luis, Sergio y yo nos hicimos propietarios junto a Toni.

-Literanta ha cumplido diez años en unos tiempos malos para la letra impresa. ¿Cuáles serían sus talismanes?

-No sé, quizá una suma de factores. El sosiego que se respira en la librería, la música, el espacio invita a permanecer, a sentarte, a ojear libros con calma porque con prisas no se eligen bien los libros, el jardín de can Fortuny, la luz que entra desde su patio... Y que Literanta sea híbrida, cafetería y a la vez, librería. Yo llevo yendo a librerías y bibliotecas desde jovencita. Recuerdo que no tenían en cuenta la estética: colocaban cuatro balas y libros mal puestos, y ya está. Hoy se busca personalizar los espacios.

-¿Es usted eso que llaman letra herido?

-En mi casa siempre se ha leído. Al nacer me regalaron el cuento de Cascanueces. Crecía y al ver los dibujos de las ratas, yo golpeaba las páginas y decía 'malas, malas'. El libro está herido. Rompí esas páginas. Siempre leí un montón, lo propio de mi edad y también literatura adulta pero cuando iba a las bibliotecas no me dejaban acceder a ella porque no había cumplido catorce años. Entonces me los sacaba mi madre. En la adolescencia muchos abandonan la lectura pero luego vuelven; yo seguí porque para mí era algo muy íntimo. Me trasladaba a otro mundo, lleno de emoción y belleza. Así que estudié humanidades a distancia y empecé a trabajar en librerías como Drac Màgic, y la de la Fundació Miró, entre otras."Creo que en Palma había un tipo de cliente para Literanta, no creo que lo hayamos creado nosotros"

-¿Qué la hace librera, o 'expendedora' de libros?

-En Literanta yo me encargo más de la gestión cultural, de organizar los actos que se llevan a cabo aquí y en los que participamos fuera. A mi juicio, un librero no solo vende libros sino que ha de ser capaz de guiarte por el océano, el aluvión de libros, autores, que claro que compartimos con los suplementos culturales, los blogs, pero nadie nos quitará el plus que es el trato, de tú a tú.

-¿Quién quiere eso en la era digital?

-Muchos. El libro digital no es un disco. Con la música sí que ha pasado por distintos soportes pero el libro lleva siglos existiendo y está muy arraigado en el inconsciente colectivo. El lector de libros digital es práctico si te vas de viaje, o tienes que leer textos doctorales o para que los niños no vayan tan cargados, pero la vinculación con el papel es insustituible."Un libro no es un disco, el formato de papel es irremplazable por más práctico que sea el digital"

-Usted hace críticas y reseñas de libros. ¿Se ha ganado muchos enemigos?

-No, creo que no. Si tengo que decir que no me gusta, lo digo, incluso si se trata de libros de amigos míos. Soy capaz de discriminar entre el autor y su obra. Partiendo de eso, de que se expone, si le miento, de qué le serviría.

-He leído alguna cosa suya suelta, en redes y también en 40 Putes. ¿Ha pensando en publicar?

-Me pregunto si lo que escribo tengo que compartirlo con el mundo. Creo que quien publica quiere aportar algo. Yo no lo sé, además escribo poco, y soy lenta. La necesidad de escribir no la tengo a diario. Te levantas por la mañana, limpia pero a lo largo de las horas se te adhieren cosas, te ensucias, llegas cansada a casa y lo último que me apetece es ponerme a escribir. Mi catarsis está en la tranquilidad, la contemplación, el jardín y paseando, caminar, por donde sea, a veces, por la periferia. Salir de Literanta, del casco antiguo, es necesario, porque acabas pensando que solo existe esto, y Palma también es Son Oliva, Son Banya. ¡No todo el mundo lee alta literatura!"Hago críticas de libros y si alguno no me gusta, lo digo aunque conozca al autor. ¿Sirve mentir? No"

-¿Va a son Banya? ¡Eso sí que es literatura! Ya que hablamos de barrios, ¿cómo ve Palma?

-Poliédrica. El temor es que el centro se convierta en un cementerio con el precio de los alquileres disparados, el de las cafeterías inasequibles. Tengo fe en el nuevo equipo, parece que miran más necesidades. Veo eso, pero también sus posibilidades, su oferta cultural. A mí Palma no se me ha terminado.

-La hemos leído poco pero en cambio la hemos visto mucho. ¿Le gusta que le hagan fotografías?

-Me siento cómoda delante de una cámara. Trabajé de modelo hace años para ganar dinero. Además me gusta mucho disfrazarme.

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