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Análisis

La alcaldía es como una religión

Virtudes aplicables al cargo y consejos de colegas para quienes desde ayer rigen los destinos de los 53 municipios mallorquines

La vara es el símbolo de la religión de los alcaldes. Manu Mielniezuk

Iñaki Azkuna fue el político que cambió el gris industrial de Bilbao por el multicolor de la cultura que hoy distingue a la capital de Vizcaya. En 2012, cuando ya luchaba contra el cáncer, fue elegido Mejor alcalde del mundo. Dedicó el título honorífico a "todos los alcaldes de España que no tienen ni policía ni bomberos y casi tienen que ayudar a parir a la vaca". El servicio municipal en estado puro es casi una religión. Quienes lo ejercen tienen medios escasos y funciones insólitas e ilimitadas.

Todos aquellos que ayer tomaron de buen corazón la vara de mando en los 53 municipios mallorquines deberán asumir las virtudes teologales, que según la Iglesia nos llegan regaladas, e incluso las cardinales, que el cristianismo copió de Platón y otros filósofos griegos.

Fe para confiar en que ninguno de los suyos o de sus coaligados le traicionará o se venderá por un plato de lentejas. Esperanza en que le llegará el dinero suficiente para cumplir la mitad de sus promesas electorales. Caridad para no acabar siendo el alcalde de los de siempre, sino de los que más necesitan el apoyo público. Eso por lo que respecta a las virtudes teologales, las que se nos conceden por la jeta, aunque muchas veces ni se nota.

Pero a nuestro alcalde también le convendrá armarse con las virtudes cardinales. Prudencia para no ser como Bauzá en la presidencia del Govern. Justicia para no aplicar a sus ciudadanos las políticas y las reglas que no querría para sí mismo. Templanza, o en su defecto una dosis moderada de Valium, para no perder los nervios cuando choque con la cruda realidad y se esfume todo cuanto soñó desde fuera del Ayuntamiento o desde la oposición. Fortaleza para no sucumbir a las muchas tentaciones que le asediarán con efecto multiplicador según la capacidad de hacer negocio que genere el municipio que gobierna desde ayer.

La función del alcalde es tan complicada que hemos recurrido a algunos de los más ilustres que ha dado esta tierra para que asesoren a los recién llegados o a quienes necesitan energías adicionales para emprender un nuevo mandato. Por ejemplo, en cuestiones de estilo, nadie como Jesús Gil y Gil, que rigió Marbella cuando la ciudad pretendía competir en glamour con Palma. Con su encanto, el también presidente del Atlético de Madrid siempre trató con delicadeza a la oposición: "La diferencia entre tú y yo es que tú estás tiesa y vives del aparato del partido, en cambio, a mí me sobra todo y me puedo permitir el lujo de ser honrao", le escupió antes de entrar en la cárcel a una concejala socialista.

"Mallorca está llena de casas ilegales", declaró el exalcalde de Andratx Eugenio Hidalgo cuando aún no había sido condenado a cuatro años de prisión. ¿Por qué delito? Por eso mismo, por llenar Mallorca de casas ilegales. Así que ojo, señor alcalde, con el urbanismo ilegal.

"Ahora Costitx está también presente en el cielo y las estrellas", dijo Maria Antònia Munar cuando era alcaldesa de su pueblo y había construido un observatorio astronómico. No quiera volar demasiado alto si no quiere acabar como ella. No sea Ícaro, evite que el calor del sol o del dinero derrita la cera que sostiene sus alas.

Existen exalcaldes de la isla que se han mostrado atinados a la hora de aconsejar a otros políticos, aunque han sido poco escuchados. Por ejemplo, Joan Fageda dio este: "No te subas al pedestal. Es un peligro que se corre después de los excelentes resultados electorales, aunque creo que no ocurrirá". La frase la dirigía el edil palmesano a José Ramón Bauzá tras el triunfo electoral de 2011. La moraleja es que se debe escuchar a los que de verdad saben y no a los Gómez o Fons de turno. Téngalo en cuenta, senyor batle.

Enrique Tierno Galván fue querido e inteligente. Su entierro llenó las calles de Madrid. Después de él la capital se echó durante 24 años en manos del PP. El consejo del profesor debe tatuarlo en su cerebro: "El poder es como un explosivo, o se maneja con cuidado o estalla".

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