Ángel volvió a nacer el 23 de mayo. Quizá le amparó el nombre. Un árbol cayó sobre su coche, aparcado en la Porta de Sant Antoni, y atravesó el limpiaparabrisas. Él se refugió bajo el vehículo. Acababa de dejar a dos personas al lado del estacionamiento. Instantes después el arbol tronchado destrozaba el vehículo y motos cercanas. No hería a nadie. Los comerciantes de la zona vieron en el accidente "la punta del iceberg".

Hace un siglo, la puerta era la entrada de las mercancías que se trasladaban a la plaza de abastos. La zona era pujante y chisposa hasta que llegaron la droga y la prostitución. "En los años setenta, a finales, se degradó una zona que fue muy viva. Ahora, los comerciantes estamos intentando recuperar aquel pasado y se están abriendo negocios que conviven muy bien con algunos que suman años de historia como la panadería, la bodega, la agencia de viajes porque creemos en la zona. La Porta de Sant Antoni es el centro de Palma y hay que cuidarlo, pero Cort nos tiene abandonados", se lamenta Francisco Córdoba, que habla como portavoz de algunos de los propietarios de esta área.

Se quejan de que el equipo municipal de gobierno no atiende debidamente esta zona que es paso casi obligado de muchos turistas que desde la playa de Can Pastilla o aquellos que llegan desde el aeropuerto de Son Sant Joan se detienen en paradas cercanas como la de la plaza de España para alcanzar el centro de la ciudad. Se encuentran desde la mañana a la noche drogadictos, alcohólicos, prostitutas, personas varadas, historias muy amargas.

"Es un tema complejo porque aquí campan a su aire los kundas, que trapichean todo el día", cuenta este comerciante. Los kundas son los coches que recogen a los clientes que van a Son Banya a por droga, fundamentalmente cocaína y heroína. "Cada 5 minutos hay intercambio de coches", comenta. "Palma no puede permitirse dar esta imagen en una zona muy transitada", convino el portavoz de los comerciantes.

Con todo, se van abriendo nuevos negocios, sobre todo de restauración convencidos que la recuperación es posible. "Eso sí, el Ayuntamiento tiene que adoptar medidas urgentes y firmes desde limpieza de aceras, vigilancia firme hasta conseguir que la zona sea libre de prostitución y droga", insistieron los comerciantes.

Con todo, recalcan que "la zona es segura; aquí no hay problemas de tirones ni asaltos. El problema más grande es la droga y la imagen que da ver a estos heroinómanos merodear por aquí".

No muy lejos, queda la huella del árbol caído. Ahora está cortado de raíz. Le ha crecido el sol a una zona arbolada que según como corra el aire, permite a vecinos, paseantes y turistas tomarse una cañita, echar lengua y tras comprar el pan que sirve desde hace años la panadería de la Porta de sant Antoni, hacer ciudad en una mesa. Ahora se escucha ruido de obras porque donde estuvo Can Pujadas, van a abrir otro obrador con mucha miga.