Lástima. Hasta el 27 de enero no será posible asistir a un nuevo concierto de Studium Aureum, la coral que, junto con la de la Universitat de les Illes Balears, forma la primera división del canto en Mallorca. En estos tiempos en que las administraciones públicas han condenado a los ciudadanos a la miseria cultural, Studium Aureum es un ejemplo a seguir por muchas razones. La primera por la calidad de la interpretación. Un nivel sonoro que no nace por casualidad, sino que es fruto de un trabajo intenso bajo la batuta de Carles Ponseti Verdaguer. Son muchas horas de ensayo, ocho el fin de semana previo al concierto, según comentaba entre resignado y orgulloso el familiar de una cantante.

Studium se caracteriza por una programación que saca a la luz un repertorio poco habitual en las salas de concierto de nuestros días. Es cierto que este año abrieron el curso con el Réquiem de Mozart y que interpretarán El Mesías de Haendel, pero lo habitual es que el público descubra a los otros Bach, o sea, a los hijos de Johann Sebastian, a compositores contemporáneos o, como ocurrió en su última convocatoria, a músicos de la corte de Dresde como Gottfried August Homilius o Jan Dismas Zelenka. Ponseti se basa en su grupo coral para alcanzar sus objetivos, pero no duda en llamar a pianistas como Andreu Riera para recrear las sesiones musicales en casa de Rossini o formar una orquesta para afrontar el repertorio barroco.

Studium ha creado un sistema de gestión sólido. Organiza una campaña de micromecenazgo para financiar la filmación de un documental. En 2009 creó una fundación con socios y socios protectores para financiar las temporadas. Antes de cada concierto, los patrocinadores tienen derecho asistir a una explicación de unos treinta minutos que sitúa el contexto de las obras que se van a interpretar.

Studium Aureum programa unos siete conciertos en cada temporada. A nadie debe sorprender que el auditorio del conservatorio, que últimamente parece haberse convertido en su sede estable, esté cada vez más lleno.