Armando Ordinas respira aliviado. Este abogado de Palma de 51 años dejó las leyes para aligerar su casa de plomo. Se explica: "¡He montado este negocio por culpa de la jornalera! Un día, estábamos pintando el apartamento y ella me dijo algo que me hizo pensar. ¡Todas estas cosas y total, el día que se muera, sus hijos lo van a mal vender! Tengo tres hijos y ninguno de ellos ha mostrado especial interés ni por mis soldaditos de plomo ni por mis libros ni por otros objetos que colecciono, así es que los he sacado de mi casa y ahora los pongo a la venta".

Desde el pasado mes de abril, Ordinas despacha cómodamente en la calle Platería. "Me encuentro muy a gusto aquí". El negocio, Paper i Plom, es un cebo para una gama variopinta de personas que, o bien son coleccionistas, o bien curiosean por esta vitrina de escenas bélicas tamaño Liliput. "No podía ni imaginarme que hubiera tanta afición en esta ciudad a coleccionar soldaditos de plomo, entre otras cosas", comenta el propietario.

Él empezó a guardar estos hombrecillos 25 años atrás, cuando nació su primera hija, pero ya siendo niño, Armando Ordinas prefería jugar con ellos que al fútbol u otros juegos de críos. Asegura que no hay un perfil nítido ni estereotipos sobre los coleccionistas, "puedes encontrarte desde abogados, pescadores, obreros, médicos...", pero sí concede que el fervor puede acabar convirtiéndose en "un vicio, incluso una obsesión".

En la pequeña tienda conviven sus libros, principalmente de historia y cómic, éstos últimos con bastante éxito, con los soldados que no son todos de plomo. "Puede parecer raro pero los más antiguos no son los más caros. Por la pieza más cara pido 60 euros y los más antiguos son más económicos, porque están peor hechos".

Los motivos de adquisición de estas figuritas, en su mayoría ya no son de plomo porque desde mediados de los años 50 están prohibidos hacerlos con este material tóxico, son variados. "Hay quien los compra porque hizo la mili aquí de marinero y quiere llevarse un marinerito; otros porque proceden de Cantabria y hay mucha tradición de húsares; algunos buscan la figura de personajes históricos como Hitler, Franco, Stalin, ¡ah, y tienen mucho éxito los carlistas!".

Armando Ordinas es el tataranieto de Miguel Ordinas, creador de los sifones Ordinas en 1873, "abierto en el barrio chino, donde hoy está Flassaders", especifica. A él le tocó cerrar esta empresa que fue, tras la fábrica Miret, la más antigua de la bebida local. Algunos de los envases los ha puesto a la venta. Igual que latas de Cola-Cao, "muy solicitadas porque es memoria de infancia".

En los estantes superiores también se pueden ver las pinturas de Maria Antonia Grimalt, autora a su vez, del rótulo del negocio Paper i plom.