Todo es ajeno a los Five Paths de Richard Long en el malogrado Parc de ses Estacions. En la etapa megalómana de Jaume Matas no podía faltar una obra en la vía pública a la altura de sus ideales estéticos. No pudo hacerse con la Ópera de Calatrava, aunque se contentó con una maqueta de cien millones del ala –pesetas–, y no cejó en su empeño de volvernos capital de capitales esculpiendo el espacio público de Palma. Apoyado en Catalina Cirer, la gran excavadora de la ciudad. Con el devenir de los años ya hemos visto dónde se están dilucidando tan onerosos gustos–en el banquillo, en los juzgados –, pero ¿qué ocurre con sus obras? ¿Qué queda de Richard Long? Una foto en la que el artista internacional apoya su mano sobre el hombro derecho de su benefactor mallorquín, ambos flanqueados por Mabel Cabrer y Catalina Cirer, la gran embajadora del ladrillo de Ses Estacions, la gran pala excavadora de la ciudad. El antojo de Cirer (arrasar el parque ganado por concurso por la arquitecta Carme Pinós por el cual se liquidaron 1.500 millones de pesetas) nos costó 12,5 millones de euros. Por no mencionar los 500 millones de euros de la explanada de los autobuses y alguna fruslería más. Total paga el común. Con estas cuentas se salda nuestra ciudad.

A Richard Long no se le entendió en Palma. A su escultura le dedicaron piropos como "montón de piedras" y algo parecido. Lo cierto es que su pieza Five Paths no estaba concebida para un parque sino para una galería de arte, la de Mario Sequeiro en la ciudad de Braga. Reconocido por sus intervenciones al aire libre, el artista del land art juntó piedra a piedra los cinco caminos y a su alrededor les pespunteó un camino de agua que él llamó "espejo líquido". Él aseguró en su presentación en febrero de 2007 que seguía de cerca la idea del jardín zen japonés.

En una esquina del parque, cerca de su salida a la calle Marqués de Fuensanta, el espejo se ha secado. Ahora es un rastro verde de plantas mal cuidadas. Ahora hay seis caminos. Para Long la geometría es variable, no quiere permanecer, de ahí que el aumento de uno de sus senderos de piedra no creo que le importe, pero sí cambia el sentido original el llenar de tierra y macetas su espejo líquido. Tanto artista internacional en la agenda para después dejar a su aire las obras que han costado lo suyo. Hablamos de dinero público.

Palma es prolija en escultura viaria, de mayor o menor gusto, cierto, pero estéticas aparte, no es de recibo que le quiten a uno una pasta gansa de impuestos y que parte de ellos acaben en pagar obras de arte que después nadie respeta y que ni quien debe cuidarlas, las cuida. No puedo imaginarme que alguien se gaste una millonada en un cuadro y lo cuelgue en una pared sucia, claro que siempre habrá quien lo colgará boca abajo.