Pese a que Woody Allen quiere "acabar con los espectáculos de mimo" gritándoles "¡un poco más alto, por favor!", según cuenta en su libro Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, el mimo de sa Gerreria es más necesario que nunca. Se dedica a hacer callar educadamente a los grupos que se forman en la calle por la noche tras salir de los bares. Hay tres locales en esta zona del casco antiguo que han tomado conciencia de que el ruido nocturno puede ser un grave problema para la convivencia con los vecinos. Por eso quieren atajar el asunto antes de que el barrio se convierta en otra Llotja.

Y la original solución que se les ha ocurrido a los propietarios del Molta Barra, Ca la Seu y La Ruta del Té es contratar a Ana para que utilice sus dotes artísticas con un buen fin. "Los vecinos están muy agradecidos, parece que está funcionando, gracias a que la gente colabora y me hace caso", cuenta la mimo. La primera impresión es de "sorpresa y risas". La mayoría "se porta bien", aunque también ha habido más de uno, "los que están borrachos", que no la respeta y que incluso "gritan más" cuando ven que aparece.

Ana también se ha llevado una sorpresa: "Mucha gente me ha mostrado un gran cariño". Incluso algunos le siguen el juego y hacen ellos mismos de mimo mandando callar a otra gente. Hasta ahora, se había dedicado al malabarismo y al teatro de calle en la península y el extranjero, aunque su trabajo en la plaza de la Quartera, las calles Corderia, Pes de la Farina y toda la zona de sa Gerreria le parece "muy buena idea, original, alternativa y eficaz", enumera. Además, estar sin hablar más de dos horas "es una buena terapia, porque aprendes a observar y escuchar a la gente", concluye poco antes de empezar a maquillarse en el bar de la calle Pes de la Farina.

La solución

Juan Antonio Olivieri, dueño del Molta Barra con su socio Nacho Summers, explica que al principio eran ellos mismos quienes pedían a los clientes que bajasen la voz. "Como empezó a haber bastante jaleo y en verano el ruido llega más a las casas, porque tienen las ventanas y terrazas abiertas, vimos que había que buscar una solución, como un guarda o algo así".

El propietario de Ca la Seu, Malaquías Kerrigan, había visto un mimo que hacía callar a la gente a las puertas de una discoteca de Barcelona, por lo que propuso la misma idea a sus compañeros de los bares sa Gerreria.

En junio la pusieron en práctica a partir de las 23.30 horas todos los martes, jueves y viernes. Aunque parezca mentira, el martes es el día que más trabajo tiene el mimo por la multitud que atrae la llamada Ruta Martiana, donde 14 locales ofrecen una tapa y una caña a dos euros. Olivieri cree que en invierno tendrán que contratar al mimo más noches, aunque ahora es suficiente con que Ana muestre sus gestos y trucos tres veces a la semana, con la cara pintada de blanco y la típica camiseta de rayas de los actores sin palabras. Hasta que se marchan los últimos rezagados.