Cuando en 2004 el Govern cedió mediante permuta la propiedad al Ayuntamiento del edificio Flex y su solar anexo, éste ya se encontraba abandonado y era un nido de ratas, tal como denunciaban reiteradamente los vecinos de la zona. Los ocupantes del inmueble prendían fuego en invierno y acumulaban basura en el exterior del edificio, favoreciendo la presencia de roedores. El anterior Govern municipal vendió el solar anexo. Después, mediante concurso, el edificio Flex a la promotora Layetana inmobiliaria por 9 millones de euros, después de que la primera subasta, con un precio de salida de 6,6 millones, resultara desierta. El inmueble nunca se escrituró a favor de Layetana y ésta inció un largo proceso judicial en el que reclamaba a Cort 1,6 millones, por los "vicios ocultos" de la estructura. Desde que el inmueble es nuevamente de propiedad municipal el Ayuntamiento ha explorado su rehabilitación, venta o derribo.