El Niza no cumplirá medio siglo
El dueño del bar de la plaza de España se jubila y echa el cierre al negocio debido a la ley de arrendamientos urbanos
Como tantas otras jovencitas de finales de los años 60, Maruja Lara acudía todos los domingos a alguno de los cines que había en la plaza de España, de los que hoy sólo se conserva el Augusta. Después de ver una película y antes de partir de nuevo a su casa en Son Rapinya, se acercaba al Café Niza "para tomar un refresco. El dinero no daba para chocolates", recuerda sonriente. Allí, tras la barra del bar, se encontraba Juan Fuster. Han pasado 48 años –cinco como novios y 43 de casados–, los mismos que tiene el emblemático bar de la plaza de España, que echará el cierre dentro de poco más de dos semanas. Cuando preguntas al actual propietario, el citado Juan, cuál es el recuerdo más bonito que tiene del café, responde sin dudar y con lágrimas en los ojos: "haber conocido aquí a mi mujer". Lo peor fue la muerte de su hermano, Francisco, con quien regentó el bar desde que sus padres, Mateo Fuster e Inés Sastre, lo dejaron.
Inés Fuster es la hija de Juan y la cuarta generación de la familia al frente del bar, pero no podrá continuar porque, tal como explica, "según la ley de arrendamientos urbanos, los negocios con rentas antiguas sólo se pueden traspasar a un máximo de tres generaciones, que han sido mi abuelo (Mateo), mi abuela (Inés) y mi padre". Y los ingresos "no dan para poder asumir un alquiler actual", concluye. La única pena que les causa tener que cerrar el Niza es por "el valor sentimental de los momentos vividos", pero en general están contentos del fin de esta etapa.
En la nostalgia quedarán los desayunos de Inés y su hermano en el bar antes de ir al colegio; las comuniones organizadas allí con chocolate y ensaimadas; las tertulias de los músicos, radioaficionados, militares, protaurinos y comunistas –al comienzo de la democracia, estos últimos se reunían en una sala trasera–; o las manifestaciones de aquella época que les obligaban a cerrar temporalmente el bar. Ahora hay turistas que piden platos combinados y clientes de toda la vida que, antes que el Niza, han visto desaparecer otros cafés emblemáticos como el Triquet o el Moka.
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