Una familia vive en la calle Luis Vives desde el pasado miércoles. Se han instalado con los enseres imprescindibles para cubrir las necesidades básicas y están acompañados de su perro Hugo, que actúa de guardián y les proporciona seguridad. Manuel García es el padre de familia. Vivía junto a su mujer, J.G. y sus dos hijos S. G y M.G, de 19 y 17 años, respectivamente, en un piso de la calle Ticià hasta que una orden de desahucio les obligó a abandonar su vivienda. Una lavadora, unos pocos colchones y unas sillas son sus únicas propiedades, aunque todavía le queda por pagar los electrodomésticos. Su pensión por enfermedad de unos 890 euros era insuficiente para pagar el alquiler hasta que se encontraron en la calle.

Desde que hace un año y medio le detectaron la enfermedad y le declararon pensionista sus recursos han sido escasos y su esposa también está enferma. Sus hijos tampoco tienen trabajo. La Policía Local y los Servicios Sociales del ayuntamiento de Palma se han acercado a hablar con ellos y han redactado informes. Desde Cort les han propuesto ir a un albergue, pero García se niega: "Prefiero morir en la calle que ir a un albergue".

Relata que han pedido llevar a su perro Hugo a una perrera, guardar sus muebles en un lugar apropiado pagando cuarenta euros y a su familia a un centro de acogida. En su opinión, en estos recintos existe un horario muy estricto, con un régimen que quita libertad a sus hijos jóvenes. "Salen a las siete de la mañana a la calle y a las ocho de la tarde tienen que volver", asegura mientras califica su situación de desesperada. "Mejor hacer un atraco que vivir así". Tampoco tiene familiares que le ayuden. Algunos vecinos se han acercado para apoyarles e incluso viandantes les han ofrecido limosna, que han rechazado. Buscan dinero y comida para sobrevivir.

Explica que su hijo mayor está en la cárcel y considera que ahora su mejor amigo es su perro Hugo, que les salvó hace unos días de la posibilidad de sufrir un incendio pues unos desconocidos lanzaron unos cigarros encendidos sobre el techo en el que dormían formado por unos trozos de cartón. Francisco Rodríguez, que reside en la calle Bartolomé Pou y conoce a García desde hace tiempo, también ha decidido acompañarle en la calle.

Fuentes de Servicios Sociales de Cort, que han tratado de cerca a esta familia, indican que no pueden obligar a nadie a ir a un albergue municipal aunque están trabajando para convencerles de que esa vía les servirá como paso previo para poder salir adelante en el futuro. Esas medidas consisten en poder buscar un trabajo a los hijos y atender los problemas de salud de los adultos. Para Servicios Sociales de esta manera podrán vivir de manera autónoma. Una vez acepten alojarse en un albergue les incluirán en el programa de ayuda de alquiler buscándoles un piso. El ayuntamiento de Palma dispone de dos servicios paralelos para familias con esta situación de riesgo. Por una parte, la vertiente de unidad familiar y, por otra parte, la de promoción laboral.