Tribuna

Bienestar animal en la granja

Fernando Fernández Such

Fernando Fernández Such

El Boletín Oficial del Estado publicó el 7 de marzo el último Real Decreto que forma parte del paquete normativo de la PAC. Es una norma «ómnibus» con la que se modifican 8 reales decretos ya existentes y que se refieren al bienestar de los animales en las granjas. El bienestar animal forma parte de los nuevos objetivos específicos de la PAC 2023-2027.

Lo que pretende el Real Decreto es fortalecer los controles de las granjas sobre bienestar animal y trasladar mayor información a la cadena alimentaria sobre un aspecto en el que los consumidores son cada vez más exigentes. Con esta norma se modifican tanto las condiciones generales, como lo referido de manera específica a la cría de terneros, gallinas ponedoras, cerdos y pollos de carne. Establece nuevos valores en lo relativo a la densidad máxima de animales en las granjas y nuevas condiciones respecto de su alimentación, el acceso al agua o el tamaño y disposición de los comederos, pero también respecto a las condiciones ambientales que influyen en su comportamiento. En todo ello se establecen requisitos más específicos que los actuales, adaptados al actual conocimiento científico. Las granjas ya existentes dispondrán de dos años para realizar las adaptaciones necesarias y las de nueva instalación, deberán cumplir con todo ello desde el inicio. También modifica el Real Decreto 990/2022 relativo a las normas de sanidad y protección en el transporte de animales. Entre las novedades está la creación de una Mesa de Coordinación sobre Bienestar y Protección de los Animales y el establecimiento de un Centro Nacional de Referencia en Bienestar Animal, para el que ha sido designado el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Catalunya (IRTA). También establece la obligación de que cada administración agraria autonómica tenga un punto de coordinación a efectos de información y control sobre todos estos aspectos.

Pero hay algo que preocupa y mucho al sector ganadero. Para mejorar los procesos internos en las granjas, se extiende la obligación de disponer de un «Plan de Bienestar Animal» en todas las explotaciones a partir de cierto tamaño. El veterinario de explotación será el encargado de elaborar este plan adaptado a cada granja. El contenido mínimo del plan viene establecido en el Anexo II del Real Decreto. Este plan ya existía para las granjas de porcino y avicultura intensivas y con esta norma se extiende a todo tipo de producciones. Los titulares de las granjas dispondrán de 4 años para elaborar y aplicar dicho plan.

A partir de todo esto hay varias cuestiones a considerar. En primer lugar. Lo he dicho en otras ocasiones, el sector agrario y ganadero está inmerso en un profundo cambio cultural y el bienestar animal es parte de este cambio. En segundo lugar, no me preocupan tanto las exigencias nuevas que forman parte de este cambio cultural, sino quién las paga y el aumento de burocracia y control. Me preocupan el coste de las inversiones a realizar y me preocupa que los nuevos instrumentos como el Plan de Bienestar Animal sea otro elemento que el ganadero deba tener para lo cual tendrá que pagar pero que la sociedad no entienda que esto debe remunerarse adecuadamente. En definitiva, me preocupa que exijamos «gallinas felices» pero que no estemos dispuestos a pagar 0,50 euros más por docena de huevos.

Mientras tanto, desde la Conselleria hemos ido dando algunos pasos. Desde la pandemia empezamos a subvencionar la certificación de bienestar animal en explotaciones de vacuno, caprino y ovino de leche porque todo el sector fue consciente de que este reconocimiento les ayudaba a comercializar mejor su producción. En la nueva PAC, hemos introducido una medida agroambiental orientada a los compromisos en bienestar animal, que precisamente lo que subvenciona son las nuevas exigencias de este decreto. La medida financiará la elaboración del Plan de Bienestar Animal, el asesoramiento y la formación al ganadero, la obtención y mantenimiento de la certificación de bienestar animal y la aplicación de las medidas correctoras que surjan de la elaboración del Plan. ¡Menos mal que tenemos la PAC!