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Pilar Garcés

El desliz | La huella ecológica de los pijos

Los ricos y famosos se han propuesto parar el cambio climático con ideas tales como generar la energía necesaria para sus fiestas con un pelotón de desgraciados que pedalean. Si es que te tienes que reír

La huella ecológica de los pijos Elisa martínez

Mientras esperan a que finalice el largo reinado de Isabel II (95) los aspirantes a sucederla en el trono se han propuesto hacer algo útil y frenar el cambio climático. No es una broma, aunque las bombillas de las residencias oficiales de los Windsor consuman la misma electricidad que cualquier ciudad pequeña. Aunque el rastro de carbono de los aviones privados con los que efectúan sus giras por la Commonwealth equivalga al de todos los vuelos baratos que todos los lectores de este diario harán en toda su vida. Las veleidades ecologistas de Carlos de Inglaterra (72) son de sobra conocidas. Propietario de una granja orgánica de beneficios millonarios, presume de emplear suero de queso y vino como combustible de su Ashton Martin y de calentar algunos de sus palacios con calderas de biomasa. Ahora su lánguido primogénito Guillermo (39) toma el relevo y acaba de crear los premios Earthshot, para financiar proyectos de lucha contra el calentamiento global con casi setenta millones de euros en la próxima década. En el jurado que los eligió se encontraban Shakira y Rania de Jordania, cuyo marido aparece junto a la artista colombiana en los Papeles de Pandora, la investigación de sociedades opacas en paraísos fiscales. Defraudadoras del mundo, uníos a la causa de moda y vuestros pecados de insolidaridad serán perdonados. Pero no molestemos con pequeños detalles, si hay que salvar el mundo tendremos que echar mano de los que pueden pagar por los productos bio el triple de lo que cuestan y de lo que valen.

Son tronchantes las crónicas de la gala de entrega de los mencionados galardones, acaecida el domingo en la capital de ese país de supermercados desabastecidos de alimentos con conservantes y colorantes y de gasolineras sin gasolina por el Brexit. Pijipis en acción. Dando ejemplo, el duque de Cambrigde vestido con una chaqueta verde hierba y su mujer Kate Middleton reciclando un vestido de Alexander McQueen que ya se puso una vez para la ceremonia de los Bafta, y cuyo precio equivale al de todo mi armario de prendas barateras fabricadas de forma insostenible y compradas en el híper, multiplicado por cien. Sobre el escenario, artistas locales millonarios llegados por medios menos contaminantes al palacio Alexandra de Londres, donde tuvo lugar, para un público de estrellas, empresarios y aristócratas. Cantaron Ed Sheeran y Coldplay, grupo que generó la electricidad necesaria para sus instrumentos y altavoces a partir del pedaleo de sesenta ciclistas que sudaban al ritmo de Viva la vida, o la vidorra ajena. Impresionante derroche de imaginación de la banda de Chris Martin para lograr una huella de carbono prácticamente inexistente. Se ve que algo se le pegó de su ex Gwyneth Paltrow, otra activista de la comida orgánica que vende todo tipo de artefactos derivados de las pseudociencias, incluidas velas con el olor de su vagina. Buscando la reinvención ecológica, se les ha ocurrido el aprovechamiento de la fuerza bruta de los desgraciados. Un oficio con futuro, el de darle a los pedales para que los ricos vean la tele, enfríen sus domicilios o enchufen la depiladora. Se parece un poco a la explotación esclavista, pero con algodón orgánico y un propósito filantrópico: que las generaciones futuras tengan aire limpio que respirar. Y acelera, pringado, ahí con energía, que no se me carga el móvil y quiero hacerme un selfi con el bocata de alfalfa kilómetro cero.

La huella ecológica de los pijos

La huella ecológica de los pijos Elisa Martínez

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