La erupción volcánica de la isla de La Palma tiene lugar en el mismo sitio que la anterior en las Islas Canarias, hace más de cincuenta años. Los científicos no saben prever con certeza ni las erupciones ni los terremotos pero sí los riesgos de unos y de otros, que tienen lugar en fallas conocidas, y en unas condiciones sísmicas determinadas.
Quiero decir que, aunque las Canarias sean todas ellas de origen volcánico, hay zonas más propensas a los seísmos y al surgimiento de volcanes activos que otras. Por lo que resultaría lógico que las poblaciones, con edificaciones valiosas, se asentaran en zonas ‘seguras’. No es lo mismo que la lava de un volcán arrase campos de plataneras que un barrio de viviendas permanentes. No solo desde el punto de vista económico sino también del sentimental.
La tragedia, por fortuna incruenta, de La Palma recuerda las grandes avenidas del Levante español con las gotas frías
La tragedia, por fortuna incruenta, de La Palma recuerda las grandes avenidas del Levante español con las gotas frías. Ha costado que deje de construirse en los torrentes, en las zonas de concentración de aguas pluviales, pero todavía hay demasiada presencia humana en estos márgenes, que se cobran vidas con frecuencia.
La ordenación del territorio debería ser en fin más estricta con las zonas de peligro. Ancha es Castilla, ancha es España para que quepamos todos donde no haya riesgo elevado de nuestras vidas, de nuestro bienestar material.
