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Guerra civil

El reduccionismo verbal mantiene las espadas en alto, sin análisis ni medias tintas, que matizar es traicionar

Llega un prócer de la izquierda más vetusta, suelta ¡oligopolio!, se le llena la boca y exultan sus huestes de gozo, con odio redivivo y renovado al ricachón aquel de los panfletos decimonónicos, puro en la boca, panzudo y maquiavélico. Como si tal cosa. Se revuelve la derecha, responde ¡izquierda caviar e hipócrita! y se regocija su porción más harta, impaciente o asustada. El reduccionismo verbal mantiene las espadas en alto, sin análisis ni medias tintas, que dudar, matizar o reflexionar es traicionar y los sectarios saben que, azuzando a unos contra otros, esas pretendidas dos Españas, cada vez más enfrentadas y cada vez más incapaces de entenderse, saldrán ellos ganando. Los clichés ofensivos triunfan y unos se emperran en la foto de Colón y el Madrid de los berberechos mientras los otros se apuntalan en el gobierno sociocomunista e ilegítimo. Al enemigo, ni agua, hasta el punto de que leo en ABC que el PSOE pretende, por castigar la falta de patriotismo popular, vengarse a su vez, oponiéndose a que un español del PP sea presidente de la Eurocámara. Ellos sabrán por qué, que si eso se confirma, yo digo que es irresponsable y malvado proyectar las rencillas internas en Europa y replicar esa cara de perro que se les está quedando y que nos están contagiando.

Luego están los del mismo bando, que escrachean a la ministra que no les ha salido lo suficientemente roja y no tiene derecho a llamarse comunista porque no hace lo que ellos quieren, como los cuperos imponen a palos en Cataluña el odio a España. Por el otro lado, los defensores de todas las esencias patrias, que han pasado de llamar maricomplejines a Casado a tildarlo de vil y que, a este paso, entendiendo que nunca se es suficientemente de derechas, acabarán por impedir la victoria de la misma a fuerza de alimentar las ambiciones personales de los líderes o lideresas, tan brillantitos ellos.

Dice Paul Auster, a raíz de la publicación de su último libro, La llama inmortal de Stephen Crane, que los EEUU aún siguen luchando en la guerra civil. Va a resultar que España también.

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