En vísperas de la Vacuna los hay que piensan que el virus ha sido un mal sueño, que algún día podremos contar a nuestros nietos. Regresaremos a la “Normalidad”. Y a otra cosa mariposa. Inmenso error. Si no queremos sucumbir a la covid-19 como víctima pasivas, solidarias e indefensas, hemos de adoptar medidas urgentes y coordinadas en todas las escalas sociales: personales, familiares, vecinales, autonómicas, estatales y mundiales.
Vivimos bajo un acontecimiento, la Epidemia, que nos sobrepasa por la potencia, amplitud y complejidad de sus múltiples consecuencias: sanitarias, políticas, económicas, sociales y culturales. Todos los grandes poderes políticos y económicos siguen desconcertados y han tenido que improvisar apresuradamente respuestas extremas, contradictorias e inciertas. Lo mismo les ha ocurrido a las escuelas, empresas, hospitales, municipios y familias. Y a cada uno de nosotros, que hemos debido que interrumpir nuestras rutinas y recluirnos en casa.
Se suponía que la pandemia, aunque lentamente, iría adaptándose a la denominada “Nueva Normalidad”. Pero la mayor parte de los gobiernos han demostrado estar peligrosamente mal preparados para la crisis, que ha dejado en evidencia profundas debilidades en los sistemas de salud pública y seguridad social, tanto en países ricos como en países pobres. El mundo experimenta uno de los mayores momentos de transformación. Las consecuencias personales, sociales, económicas y políticas de la crisis de la covid-19 ya han sido enormes.
El primer frente abierto es la sanidad.
Anuncios oficiosos indican que la vacuna comenzará a aplicarse la segunda quincena de enero, y finalizaría en la primavera. Nuestra situación sanitaria en las últimas fechas parece haber mejorada, pero sigue encuadrado en zona de riesgo alto. Desde el pasado marzo-abril, inicio de la presencia activa del virus hasta la última semana de noviembre en Balears hemos tenido 24.803 personas infectadas y 415 fallecidas.
La respuesta de nuestro sistema sanitario, a pesar del déficit en infraestructura, en servicios y falta de personal, no puede considerarse negativa. En una encuesta los acompañantes de los hospitalizados calificaban como buena/muy buena la capacidad profesional y humana del personal sanitario (médicos, enfermeras, auxiliares.) Queda por ver cuál será el grado de responsabilidad personal en el cumplimiento de los requerimientos y comportamientos el presente puente de la Inmaculada y las próximas Fiestas Navideñas. Un incumplimiento generalizado puede significar el inicio de la tercera Ola de la covid-19
El segundo frente abierto es el socioeconómico.
La realidad económica y sociolaboral es compleja y repleta de certezas e incertidumbres.
El turismo, nuestra actividad básica, ha sido el sector económico y productivo que más ha sufrido y sigue padeciendo sus consecuencias. Nos ha herido gravemente los ejes básicos interrelacionados entre sí: el stop de nuestra clientela y la conectividad aérea. Es necesario repensar nuestro modelo de actividad turística si queremos garantizar una economía sostenida y sostenible y una sociedad abierta y cohesionada.
Desde la perspectiva sociolaboral. No será fácil recuperar empleo. La demanda turística es casi nula. Sin pasar por alto los finiquitos y/o cierres de ERTOS de múltiples y variadas Pymes, algunas de ellas dependientes directa o indirectamente de la actividad turística. A medio plazo dependerá de la reactivación de la demanda al arranque de la Temporada Alta.
“La Pandemia no solo ha estancado el progreso, sino que nos ha hecho retroceder” (M.Gates). La crisis socioeconómica va ligada a la pandemia y viceversa. La covid-19 no sólo ha afectado a la disminución de la productividad y de la competitividad, sino que ha puesto en evidencia problemas estructurales (no sólo coyunturales) que afectan a nuestra economía, a nuestra cohesión social, al bienestar ala convivencia y a las perspectivas de futuro.
