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En la encrucijada

La crisis sanitaria global que estamos padeciendo está haciendo tambalear la economía, especialmente en nuestra comunidad autónoma, fruto del esquema económico del que nos hemos dotado en los últimos 60 años, sustentado en un modelo turístico de masas orientado al sol y playa, aderezado con ocio nocturno. Un modelo que, desde CCOO de les Illes Balears, veníamos advirtiendo no podíamos continuar alimentando por sus elevadas tasas de temporalidad a la que sumamos parcialidad en la contratación, cargas de trabajo inasumibles que se traducen, inexorablemente, en tener el récord en siniestralidad, con la consiguiente pérdida de productividad. Este modelo lo podemos completar con una de las mayores tasas de abandono escolar prematuro de toda Europa.

Ha sido, tampoco nos hagamos trampas al solitario, un modelo de éxito en términos de cantidad de empleo durante décadas y, seguro, lo seguirá siendo. Pero la cuestión no deberíamos centrarla ahí, sino en qué debemos hacer -desde el punto de vista socioeconómico- para poder garantizar las rentas familiares suficientes a la vez que protegemos los servicios públicos esenciales, para poder tener garantizado el bienestar del conjunto de la sociedad. Para resolver este dilema, debemos tener la mirada larga, pues supone un cambio estructural de nuestro modelo de crecimiento, un cambio de paradigma, un cambio ante el cual estamos bien posicionados.

Esta afirmación se basa en el trabajo realizado en nuestra Comunidad Autónoma en los últimos cinco años, muy orientados en poner las bases de un modelo sostenible en lo económico, lo social y lo medioambiental. Recordemos que se aprobó una ley de cambio climático; una de residuos; se rediseñó la estrategia de especialización inteligente en investigación e innovación (RIS3) para incluir -además del sector turístico- el náutico y el cultural; se firmó un pacto para acabar con el abandono y el fracaso escolar. En definitiva, se pactó con los agentes sociales y se legisló en la dirección correcta, tal y como recogerán las recomendaciones del Dictamen del horizonte 2030 elaborado por el Consejo Económico y Social de les Illes Balears.

Entonces, si eso es así, por qué se aprecian tan pocos cambios en la estructura productiva de nuestra Comunidad. La respuesta no puede ser única, pero hay una variable que entendemos que influye de manera sobresaliente: la inversión pública.

Necesitamos inversión pública que estimule la inversión privada para dinamizar este cambio; una inversión estatal que ha brillado, históricamente, por su ausencia, y que ahora tendremos que exigir con más fuerza que nunca, porque nos va la vida en ello. Somos la Comunidad con la caída del Producto Interior Bruto más acentuada, por encima del 30%, eso significa que debemos conseguir inversión productiva lo más rápido posible, para que este tránsito no se convierta en dramático para la mayoría de la sociedad balear.

La oportunidad se llama Europa. El recientemente aprobado Plan para la Reconstrucción pone un nuevo instrumento de recuperación dotado con 750.000 millones de euros, que dotará al presupuesto de la Unión Europea de una nueva financiación para inversiones en sectores estratégicos vinculados a la digitalización y a paliar la crisis climática, haciendo hincapié en las transiciones justas. En Balears, ya tenemos avanzado el marco normativo en este sentido, tenemos una sociedad concienciada y que alcanza consensos en esa dirección, ahora falta que los proyectos que se presenten desde las islas sean prioritarios en la estrategia de país, y para eso tendremos que exigir que, por una vez, Balears sea prioritaria para el Gobierno Central. Lo contrario nos situaría en un escenario muy complicado tanto en el corto plazo, por la falta de actividad en nuestra principal industria, como en el medio y largo plazo, por la imposibilidad de poder cambiar el modelo de crecimiento con recursos propios.

No podemos permitirnos el lujo de que se nos escape este tren, necesitamos dar soluciones a la gente, especialmente a los que peor lo están pasando, garantizando protección a corto plazo y perspectivas de empleo a medio, para garantizar que no tengamos una fractura social con unas repercusiones irreparables.

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