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Mar Ferragut

¿Qué es un rey para ti?

Distancia social, cuanta más mejor. No es una huida: es salud. Pero no habrá cortafuegos ni mascarilla lo suficientemente grande para proteger a Felipe VI, muy preparado pero cada vez más aislado. Juan Carlos, el rey cercano, multiplica ahora por mil la distancia de seguridad con su país, y aunque quiere transmitir que lo hace por España las imágenes de las instalaciones de lujo en las que se dice que se va a instalar en el Caribe no ayudan a transmitir que el traslado es un sacrificio. Pero ya saben, el rey, campechano hasta el final, encarna como nadie los deseos del español medio que sueña con un retiro dorado en un clima agradable, como Curro, el del anuncio de Viajes Halcón. Él (el rey, no Curro) fue quien abrió la veda (por usar términos con los que él se maneja) de la crítica a su figura. Bueno, más bien fue su cadera: la grieta ósea de ese 14 de abril en Botswana fue por donde empezó a entrar el agua en el bloque ‘yo no soy monárquico, soy juancarlista’. Ahora este bloque está en modo Titanic, aunque un grupo de fieles sigue y seguirá aplaudiéndole hasta el final, como la banda del buque. E, insistimos, el responsable de los actos de uno es uno mismo, y no una “señora”: ni Corinna ni Letizia, como se ha llegado a decir.

“Se juzga a la persona, no a la institución”, nos matiza Pedro Sánchez. Eso puede valer para la presidencia de una comunidad de vecinos o de un equipo deportivo. Pero en este caso hablamos de una institución que se hereda entre miembros de una misma familia y que duranto 39 años ha estado encabezada por la persona a la que ahora se investiga: parece difícil que no se cuestione qué está pasando con esa institución que sufragamos entre todos y elegimos entre nadie. Otro pequeño detalle que también dificulta defender a la Casa Real es el hecho de que otros dos miembros de la familia hayan pasado por el banquillo de los acusados, y uno haya acabado en la cárcel. Nos piden que no cuestionemos, pero nadie nos plantea a nosotros la cuestión y ni siquiera se nos pregunta nuestra opinión sobre la monarquía. Aunque nos repiten sin cesar que nuestra democracia está consolidada (y en parte gracias a Juan Carlos, nos recuerdan) se ve que para este tema España aún es menor de edad. Curiosamente, únicamente los niños son preguntados por su opinión sobre el monarca cuando se les insta a participar en el concurso escolar ¿Qué es un rey para ti?, organizado por la Fundación Institucional Española (sí, esto existe), una fundación cultural privada creada en 1976 “con el fin de hacer presente en la sociedad el valor de la Corona como institución integradora e impulsora de la convivencia” (se les acumula el trabajo). No hay constancia de que ningún niño ganador haya hecho un retrato malo. Los adultos no somos tan de fiar.

El CIS no nos preguntará, pero los españoles (y el resto del mundo: vean los titulares de la prensa extranjera) opinamos donde haga falta. El manto de silencio real sostenido tanto tiempo por tanta gente ha caído. E, independientemente de qué pase al final con las acusaciones, Juan Carlos es el responsable. Me hubiera gustado, majestad, que en lugar de hacer un escrito para informar a su hijo de su marcha, la carta hubiera sido para nosotros, explicándonos qué hizo y por qué se va y adónde. Si su marcha es “el penúltimo servicio del monarca a su país” estaría bien que se dirigiera a ‘su país’. La pregunta no es qué es el rey para ti, la pregunta es qué somos nosotros para el rey o qué hemos sido a lo largo de estos 39 años.

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