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Vía libre

Miguel Vicens

Sánchez, virtudes de superviviente

Pedro Sánchez es, posiblemente, el político con más capacidad de adaptación a la realidad cambiante y el que exhibe un corsé ideológico más flexible, lo que en tiempos de fragmentación política y minúscula memoria le permite acercarse con total naturalidad a cualquier rival político sin apenas reproches públicos ni desgaste, tocarlo con una varita mágica y convertirlo en su aliado, se sitúe éste en un populismo de izquierdas o en el independentismo rupturista. La capacidad plástica de Sánchez para adoptar cualquier forma es tan asombrosa que incluso hubiera podido pactar con los partidos de derecha de haberlo querido o necesitado, apenas modelando gestos y discurso. A propósito de esta desarrolladísima alta capacidad, circula estos días por Madrid un camión con dos pantallas de vídeo en los costados que proyectan declaraciones muy solemnes del líder socialista con críticas durísimas a Bildu, el independentismo catalán o Podemos, una maldita hemeroteca con ruedas de lo que dijo que jamás haría y ha hecho, que pretende recordar sus incumplimientos durante la investidura. A nadie le importa, el camión puede estrellarse contra el Congreso hoy mismo, no es relevante, la coherencia se llama hoy inmovilismo y la memoria no alcanza a la semana pasada. Pero en tiempos de mayorías exiguas, Sánchez ha convertido en virtud una carencia que años atrás le hubiera negado la presidencia del Gobierno. Ahora, en cambio, le permite sobrevivir a dificultades que incapacitarían a cualquier otro líder, adaptarse rápidamente a la cambiante realidad y abrir posibilidades de entendimiento con las fuerzas políticas más dispares.

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