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María Amengual

Uso permitido

En la Colònia de Sant Jordi, el ayuntamiento impone un horario a los juegos en el parque infantil, pero permite que un restaurante atrone a los vecinos durante años

Uso permitido. De 8:30 a 13:30 y de 16:30 a 00 horas. Junto a un dibujo de dos personas en un columpio. Así reza un letrero colgado recientemente al lado de un parque infantil en la Colònia de Sant Jordi, justo al lado de la playa. A bote pronto, se me ocurren algunas razones por las cuales no es recomendable el juego fuera de ese horario. Por ejemplo, que los más pequeños de la casa deberían estar durmiendo entre la medianoche y las 8 de la mañana. O que, en pleno verano, las horas centrales del día no son las mejores para andar subiendo y bajando. Por no hablar de la estructura metálica del tobogán. A saber los grados que alcanzará a pleno sol. Pero no. Resulta que las restricciones en el horario de uso son debidas a la "Ordenanza general número 1, con el título III de Protección del Medio Ambiente, en el apartado b) Perturbaciones por ruido y vibraciones, que marca un horario para el descanso", tal y como el propio cartel se encarga de indicar.

Lo curioso del caso es que cuelga a escasos 200 metros del Cassai, un restaurante que lleva años riéndose del derecho al descanso de los vecinos -está rodeado de casas habitadas- y de los sufridos bañistas de cala Galiota. Que, por lo visto, ya no podemos, simplemente, escuchar el ruido del mar. Ni leer tranquilamente. No nos queda más remedio que aguantar la música con la que el citado restaurante tiene a bien deleitarnos. Más de una vez he llamado a la Policía Local, cuya primera respuesta fue preguntarme qué tipo de música ponían. Se imaginarán mi estupefacción. Como si fuera más grave tener que escuchar reguetón que rancheras. Bueno, tal vez lo sea. Pero no estamos aquí elaborando un Código Penal de gustos musicales.

Son muchos los vídeos que he subido a Twitter para quejarme del volumen de la música, ante lo cual la cuenta del ayuntamiento de Ses Salines me invitó a acudir presencialmente de lunes a viernes de 8 a 3 a consultar la ordenanza y, si considero que la incumple, denunciar. Creo que debe de ser el único municipio en el que son los vecinos y no la Policía quienes se tienen que encargar de velar por el cumplimiento de la normativa municipal. Esa misma ordenanza que, para los niños que juegan en los columpios a 200 metros, no tienen problema en exhibir.

Me pregunto en qué momento permitimos que los ayuntamientos, esa "administración más cercana, que conoce de primera mano los problemas y necesidades de los vecinos" se pusiera del lado del más fuerte. Del que quiere hacer negocio a costa de los derechos de los demás porque -por alguna extraña razón- piensa que la música a todo volumen le hará ganar clientes. No es cuestión de colores políticos, hace años que estamos igual. Que quienes gobiernan son fuertes con el débil y débiles con el fuerte. Que creen que pueden reírse en nuestra cara prohibiendo a los niños jugar en los columpios porque hacen ruido mientras escuchamos a todo trapo Felices los cuatro. Como si la corrupción se tratara únicamente de meter la mano en la caja. Como si cumplir la ley sólo fuera obligatorio para los que no tienen influencia. Como si volviéramos a la ley de la selva. Si estas son las reglas, me voy a ir preparando un altavoz y una playlist de Metallica y AC/DC para situarme todos los días a la puerta del restaurante. A ver si mi selección musical es del gusto de la pasma.

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