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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

El nuevo fascismo cabalga

Llena plazas de toros, polideportivos, abarrota allá donde hace acto de presencia. El nuevo fascismo español encarnado en Vox seduce. El domingo se sabrá a cuántos

La progresiva desintegración del PP ha posibilitado que los desatados vientos que recorren Occidente, los que se abaten con fuerza en Europa, barran España. Aquí el viejo fascismo ha visto en el agotamiento del sistema, que requiere, y no se le ofrece, cura de caballo, la oportunidad anhelada. Vox presenta sus cartas credenciales, las mismas, exactamente las mismas, que en la pretérita y atormentada historia de las Españas ideólogos y políticos de la estirpe de Donoso Cortés y, después, Joaquín Costa o, en la aciaga década de los 30 del siglo XX, José Calvo Sotelo, Ledesma Ramos, Onésimo Redondo y José Antonio Primo de Rivera, blandieron para crear el peculiar fascismo español, utilizado para sus reaccionarios propósitos por los espadones de siempre, caso del general Franco, quien, sobre la tragedia de la Guerra Civil, edificó una dictadura de casi cuatro décadas. Vox es todo eso. Lo que es peor: sus tesis han sido endosadas por las derechas autodenominadas constitucionalistas, que con el acuerdo en Andalucía, el acto de Colón y la explícita voluntad de pacto si las urnas del domingo lo posibilitan, se ha echado tan temeraria como indecorosamente en sus brazos. Lo mismo que han hecho las derechas en algunos países europeos; en otros, simplemente, la derecha tradicional ha sido sustituida por la renacida: Polonia y Hungría. El fascismo cabalga en Italia encarnado en un émulo de Mussolini. Matteo Salvini, ministro del Interior, se apresta a entrar con fuerza en el Parlamento de Estrasburgo.

Se ignoran las lecciones legadas por el pasado: se ha olvidado cómo llegaron en Alemania los nazis. Cómo, en Italia, se cedió graciosamente el poder a las camisas negras de Mussolini. Tampoco se considera el veneno que inocula otra vez el antisemitismo y la islamofobia. Europa se deja seducir por la nueva-vieja extrema derecha fascista, que tiene padrinos de tanto peso como el americano Trump y el ruso Putin. Primero llega el populismo, que no es otra cosa que el heraldo del fascismo, el que prepara el camino para el regreso de éste.

España alfombra el ingreso de Vox en las instituciones, ha dispuesto lo necesario para que haga su entrada triunfal en el Congreso de los Diputados, del que el número dos del partido, el aguerrido Ortega Smith, vocifera que ha sido ocupado ilegalmente durante 40 años por la partitocracia. La nefanda maldad de la que se abjuraba en auto de fe en la dictadura franquista.

José María Lassalle, político culto y de inequívoca vocación democrática, de la derecha de verdad democrática y liberal, escribe que "...la única prioridad es militarizar civilmente la sociedad bajo el encuadramiento de un nacionalismo español que se enorgullece de serlo con arrojo inquisitorial". Deja lo que antecede en un artículo publicado en el diario El País al que titula "Detonaciones reaccionarias". Lassalle, alto cargo del ministerio de Educación y Cultura en uno de los gobiernos de Mariano Rajoy, imbuido de pesimismo lúcido, asegura que nos enfrentamos a una parte de la sociedad que no cree en un mundo el que tengan cabida el diálogo, el pluralismo, la ausencia de fronteras para los extranjeros o la separación entre la ley y las creencias. Eso es Vox, eso es lo que predica Abascal, con éxito descriptible; discurso que está siendo endosado por militares de prestigio que nutren sus candidaturas, por empresarios que no disimulan sus querencias hacia el partido de la extrema derecha, hasta por obispos que ven en él tabla moral de salvación. Lo podrán embridar piensan algunos de ellos. Nunca será hegemónico, tendrá el contrapeso de PP y Ciudadanos. Jugamos con fuego, con parecido combustible al que posibilitó el gran incendió que consumió Europa entre 1939 y 1945.

Abascal, Ortega Smith y demás conmilitones no engañan a nadie. No les hace falta: las derechas los aceptan. No se enteran que también van a por ellas.

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