Si los hoteleros también van a dedicarse al humor, el tráfico satírico se pondrá imposible. La noticia internacional de la estéril feria Fitur es la constatación de que los Reyes tampoco pueden circular libremente por Madrid, y han de acceder a los recintos por la puerta de atrás. El más destacado acontecimiento nacional mostró a Gabriel Escarrer junior llamando "ecofarsa" a la "ecotasa". Alguien necesita con urgencia un redactor de discursos, queda claro que la hostelería mallorquina no ha triunfado por su prosa flatulenta.
Con permiso del celoso gremio de farsantes, el ingreso de Escarrer junior en el club de la comedia puede ser una excelente diversificación de su negocio, pero el chiste pierde gracia cuando el mayor hotelero español agrega que "las ecofarsas no se destinan a nada de turismo". Como mínimo, el humorista incurre aquí en ignorancia. La ecotasa premia al sector cuyos excesos pretende corregir. Las inversiones en depuradoras y en conducciones de agua, la iluminación de paseos marítimos, la reconversión de zonas turísticas maduras o las cifras millonarias entregadas a la promoción del producto hotelero son partidas dedicadas íntegramente a favorecer a los empresarios millonarios. Escarrer también olvida que se podría prescindir de estos recursos si los empresarios del sol y playa no se llevaran el dinero a paraísos fiscales ni se apuntaran a las amnistías de Rajoy, a ver si me entiende.
La ecotasa es una farsa en el sentido contrario al apuntado por Escarrer, por haberse amputado cualquier pretensión medioambiental. El magnate solo insulta a las decisiones democráticas adoptadas por los ciudadanos de Balears desde la izquierda, omitiendo el voto del PP a favor de la supresión de la promoción turística. Por lo visto, no hay promofarsa mientras venga de la derecha. El Govern está pagando a los hoteleros para que le desalojen del Govern, un clásico de la izquierda.
