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La rectificación no basta

Trump ha levantado el mandato que obligaba a separar a los hijos de los inmigrantes de sus padres, presionado por la comunidad internacional y por la propia opinión pública de su país, que no ha resistido el dantesco espectáculo de los gritos y los llantos de los menores.

Pero la rectificación no basta en este caso porque la decisión adoptada en primera instancia por Trump y su administración puede y debe ser calificada como un delito de lesa humanidad. Sólo un nazi, un desalmado capaz de deshumanizar a los diferentes, es capaz de recurrir a la tortura para conseguir sus objetivos, está dispuesto a todo para que se cumplan sus objetivos étnicos (a fin de cuentas, esta es la cuestión: evitar que los hispanos terminen siendo mayoría en un país cuyas elites son blancas y anglófonas).

Lo que Trump autorizó tiene una familiaridad lejana pero cierta con Matthausen. La visión de Norteamérica que el nuevo dictador americano ha acuñado es racista, ideológica e impía. Y la llevará adelante, aunque haya que generar dolor, mucho dolor, en las víctimas inocentes, que serán sistemáticamente golpeadas allá donde más pueda perjudicarles.

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