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72 horas

Es más o menos el tiempo de que dispone Sánchez para empezar a dejar claro, ante España, el mundo y sobre todo Catalunya, que el Estado que ahora dirige no aflojará el brazo en el pulso con los secesionistas, y que el apoyo que éstos le han prestado para hacerle Presidente no será el nuevo caballo de Troya del astuto Ulyses. Todo ello sin perjuicio de que, mientras con la mano derecha aguanta firme el pulso, con la izquierda inicie bajo la mesa algún acercamiento. Si en cambio los españoles tuvieran la sensación de que Sánchez no hace el trabajo más importante que tiene por delante, el coste para su partido en las próximas elecciones sería tan alto que antes de llegar esa cita se desharían de él otra vez sus propios correligionarios. Seguramente Sánchez sabe todo esto de sobra, y también que el libreto le pedirá incluso sobreactuar algo (como todo el que no está libre de sospecha).

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