El problema no reside en quienes no hablan catalán, sino en quienes no quieren ni oírlo. Por suerte, Ciudadanos nos arrancará de este sistema esclavista, en que los castellanohablantes recalcitrantes vivimos sojuzgados por la dictadura pancatalanista. En cuanto nos gobiernen los primos de Rivera, mejorará el bajísimo nivel del castellano en Mallorca, incluso podremos soñar con un Real Académico de la Lengua Española. Claro que ya tenemos uno, y encima es una. Escribir en el pérfido idioma de Cataluña no ha sido obstáculo para que Carme Riera acceda al templo de los inmortales. Aparte de haber sido catedrática de Literatura Castellana en la Universidad de Barcelona, centro de prestigio internacional muy superior al de las facultades ubicadas en autonomías más hispanoespañolas.
Una golondrina no hace verano y, en cuanto guillotinemos el catalán para recuperar el castellano, un mallorquín podrá ganar los premios literarios mejor dotados. Claro que ya tenemos un ganador del Planeta, y encima es una. Maria de la Pau Janer obtuvo el bote multimillonario pese al lastre de una educación y una expresión en la lengua fementida y traidora. No importa, Ciudadanos conseguirá que un mallorquín obtenga el galardón cada año. O dos.
La dedicación a una lengua banal como el catalán rebaja nuestro aprendizaje de idiomas realmente significativos. Con un Gobierno y Govern de Ciudadanos, un mallorquín dará clases en Cambridge. Claro que ya tenemos un profesor en el epicentro universitario del planeta. Se llamaba Joan Mascaró, enseñaba inglés y sánscrito a los mejores alumnos ingleses, aparte de ser más catalanista que Puigdemont. En fin, en cuanto acabe el adoctrinamiento feroz que ha hundido nuestro patriotismo, un nativo de la isla podrá adquirir el rango de símbolo de la pletórica hispanoespañolidad. Claro que ya contamos con el santo patrón de la España contemporánea. Se llama Rafa Nadal, y ni Ciudadanos se atrevería a alegar que su inmersión mallorquina haya debilitado su fe rojigualda.