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Joan Tapia

Rajoy planta cara... a su manera

Hace quince días un veterano e inteligente periodista madrileño lo daba por muerto: "En mi urbanización todos se han pasado en muy poco tiempo del PP a C´s, Rajoy está acabándose". Y es cierto que C´s le supera en muchas encuestas, que no ha aprovechado la marcha de Guindos para cambiar el gobierno y, encima, que subir las pensiones un 0,25% en plena recuperación no es simpático, que los pensionistas son el granero de sus votos, y que la tercera edad ha salido a la calle. Por último, las "manis" feministas del pasado 8-M confirman que hay clima de protesta.

Pero Rajoy ya planta cara. A su manera. No conozco sus opiniones sobre fútbol (más allá de que ha felicitado al Real Madrid, pero no a otros por la Champions), pero intuyo que debe ser más partidario del cerrojo defensivo que de las exhibiciones del ataque.

Por eso a la ofensiva de C´s, con sus resultados catalanes y su juventud, y a la de la izquierda, acusándole de fomentar la desigualdad, no va a contestar con ejercicios de convicción o brillantez sino remachando sus líneas de defensa en las que cuenta mucho el ministro Montoro, el que más presupuestos ha hecho en democracia. Montoro ya ha logrado un pacto con los sindicatos para un aumento salarial en la función pública de entre un 6% y un 8% en los próximos tres años. Hay muchos funcionarios y pese a que este acuerdo enerva a los liberales doctrinarios, Rajoy cree que le conviene. Pacifica un frente. Y el ministro de Hacienda lo ha puesto como un ejemplo a imitar por el sector privado. Los enemigos caracolean, llegan elecciones, hay que tener cintura€

Y los dos plenos del Congreso de esta semana han revelado sus intenciones. Primero uno, a petición propia y bien reglamentado, sobre pensiones. Rajoy se atrincheró en el aval de muchos economistas, de Bruselas y en el rechazo al populismo para calificar de irresponsable -por inviable- que las pensiones se revaloricen con el IPC. Pero sabe que el IPC tiene magia y que el PSOE, que recuerda que el PP le atacó sin piedad cuando en el 2010 tuvo que congelar las pensiones (excepto las mínimas), no va a renunciar a denunciar la pérdida de poder adquisitivo. Y menos con Podemos, que quiere recuperarse del patinazo de Cataluña, a sus espaldas.

La respuesta es la promesa, si hay presupuestos, de subir las pensiones mínimas, de viudedad y rebajas fiscales a los pensionistas. Parar el golpe y culpabilizar a los otros (todos), si no votan los presupuestos. Y así los vuelve a poner sobre la mesa y sube la presión a C´s, dispuestos a gritar contra la corrupción y a favor de la unidad nacional, pero que saben que no les conviene ir contra la ortodoxia económica. Por eso se pliegan y vuelven a ser el buen aliado. No quieren ser acusados de romper el clima optimista en el que muchos empresarios dicen que la economía va como una moto.

Queda el PNV, que exige el fin del 155 en Cataluña, pero Rajoy hace de la necesidad virtud y cree que si el 155 sigue porque el independentismo catalán no sabe -o no quiere- formar gobierno, el PNV acabará cediendo. ¿Peca de optimismo? Por lo que Urkullu dijo el miércoles a los empresarios del grupo del Puente Aéreo, sí. Pero -sujeto Rivera- si no hay presupuestos será culpa del PNV y del PSOE, no de él.

Rajoy sabe que sería peligroso dar al PSOE y a Podemos la exclusiva populista. Debe compensar en otros asuntos como la lucha contra el crimen y la seguridad ciudadana. Y el asesinato de Gabriel Cruz y el caso de Diana Quer le han puesto las cosas fáciles. Había que desbloquear la propuesta del PNV y de la izquierda para poner fin a la prisión permanente revisable (PPR) para ponerles contra las cuerdas. ¿Están contra las peticiones de las asociaciones de padres y parientes de víctimas que ven en la PPR el bálsamo de sus penas?

Es algo similar a lo que Aznar hizo con las víctimas de ETA. TVE se ha volcado en el asesinato del Gabriel Cruz. Para tener audiencia sí, y para abonar el terreno. El ministro Zoido quiere enmendar sus meteduras de pata y un mando de la Guardia Civil sale en TVE y dictamina: "Ana Julia es una persona con una frialdad máxima, posesiva y egocéntrica". No salgo de mi asombro. Cuando en el pleno del Congreso el portavoz adjunto del PP se dirige con admiración al padre de Diana Quer y luego Rajoy lo recibe en su despacho, todo queda claro. Se trata de que los que atacan al PP por fanático de la ley y el orden salgan lo más chamuscados posible, que C´s tenga otra vez que cambiar de campo y abrir así la puerta a que -otros- les ataquen por oportunistas, y que el núcleo tradicional de la derecha se sienta aliviado. Este PP sigue siendo nuestro partido.

Rajoy contesta a su manera. Ortodoxia económica, suavizada por la habilidad de Montoro, y populismo punitivo contra el PSOE y la izquierda. Y que Rivera vuelva a quedar atrapado.

Trump, el otro desestabilizador

El caso del antiguo espía ruso envenenado en Gran Bretaña ha vuelto a avisar del peligro exterior de las democracias occidentales: la Rusia de Putin que busca desestabilizarlas.

Pero dos recientes decisiones de Donald Trump -la imposición de tarifas arancelarias al acero (18%) y al aluminio (10%), así como el cese fulminante del secretario de Estado, Rex Tillerson- indican que el presidente americano es otro peligroso desestabilizador.

Hace ya más de 400 días que llegó a la presidencia. Y no ha mejorado nada. El ultra Steve Bannon ha sido alejado de la Casa Blanca, pero las dos últimas decisiones dan miedo.

Las tarifas arancelarias, aunque aplaudidas en sus sectores, harán más mal que bien a la economía americana y son un obstáculo al comercio mundial. Acarrearán medidas de retorsión de otros países (China, UE) y el resurgir del proteccionismo es una grave amenaza para la economía mundial. Cuando Trump dice que las guerras comerciales son buenas€ Y la decisión ha provocado la dimisión de su consejero económico Gary Horn, un hombre de la derecha económica tradicional. Los proteccionistas de la America First salen fortalecidos.

Y la otra decisión, el cese de Rex Tillerson, antiguo presidente de la petrolera Exxon Mobil, no es menos preocupante. Tillerson, un miembro del empresariado americano tan partidario del libre mercado como realista, era desde el siempre poderoso departamento de Estado -con predecesores como Henry Kissinger o Colin Powell- un freno al personalismo del presidente y una garantía para los republicanos moderados.

Pero lo más inquietante es que Tillerson se enteró de su cese a las 8,44 horas del martes por un simple tuit del presidente. En poco más de un año 24 altos cargos han sido cesados o han abandonado, pero despedir al secretario de Estado por tuit es el sumum del capricho personal y de la irresponsabilidad.

Lo único positivo es que en la elección parcial de un distrito de Pensilvania, en el que Trump ganó las presidenciales por más de veinte puntos, un demócrata ha derrotado al aspirante republicano apoyado por Trump. Mal indicador para el polémico presidente de cara a las elecciones de noviembre en las que se renueva la Cámara de Representantes.

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