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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Los toros no hacen ruido

La ley antitaurina es la iniciativa que más ha ocupado al Parlament progresista en estos dos años de legislatura. La propuesta es igualitaria en...

La ley antitaurina es la iniciativa que más ha ocupado al Parlament progresista en estos dos años de legislatura. La propuesta es igualitaria en extremo, pues propone un control antidopaje de toro y torero que puede contribuir a un resultado más equilibrado de la lidia. Hay muchas victorias del diestro que resultan harto sospechosas, y que a buen seguro no se producirían sin ayudas químicas. Los votantes del Pacte se sentirán reconfortados, al observar la atención exhaustiva que los diputados brindan a los cadáveres. Toros muertos, dictadores muertos. Emociona pensar los logros que alcanzará el Govern en cuanto empiece a ocuparse de los vivos, que en Mallorca son supervivientes.

Con la isla al borde del colapso, el Parlament se concentra en la media docena de miserables festejos taurinos programados anualmente. Es más cómodo combatir a los toreros que enfrentarse a la mafia colonizadora de los coches de alquiler forasteros. Los toros no hacen ruido, a diferencia de la otra mafia sonora industrial que ha convertido a Mallorca en una pesadilla. Pregunten a los vecinos de una plaza si prefieren una corrida o un concierto que invade con furia la madrugada. Los diputados vestidos de luces restringen la faena a diez minutos. Sin embargo, no imponen dicha limitación al castigo decibélico que sufren los mallorquines. La fiesta debe continuar.

El Parlament ha indultado a seis toros mal contados. A cambio, tolera si no alienta la tortura de un millón de seres humanos, sometidos a agresiones físicas sin que ningún diputado ultrasensible se apiade de ellos. Gobiernan de fanzine. Y encima creen que rematar al toreo muerto les resultará rentable electoralmente. Las cosechas de progresistas precedentes también confiaban en que su protección histérica del ciclismo les reportaría la continuidad al frente de las instituciones. Ignoraban que, a diferencia de los gobernantes, el votante es el único animal que solo tropieza una vez con la misma piedra. Los diputados obsesionados por la lidia saldrán a hombros en 2019. Para no volver.

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