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Murió de vieja

Muchas largas guerras acaban por consunción, por cansancio, como también les pasa a las plagas, los incendios y los filones mediáticos. La de Colombia era ya la decana de las guerras vivas, pero al fin le llegó su hora. Hablar de paz quizá sea excesivo, tras ser ésta vapuleada durante décadas por los que ahora la hacen, y será mejor hablar de falta de guerra, pero bien está, requetebién. Quien más puede hablar de esta guerra, y también de esta paz, es Raúl Castro, que, junto a su hermano (y al fantasma del Che), algo habrá tenido que ver en el incendio, y al que el destino le ha dado el premio de ayudar a apagarlo. Ahora bien, no hay incendio sin condiciones, y en este caso eran (son) la explotación, la humillación, el expolio de los campesinos. Un buen día para la humanidad, pero esta guerra había dejado de ser noticia, se había agotado también, y se la comió el debate Clinton-Trump.

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