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Llorenç Riera

Primeros ensayos de pacto de izquierdas

Caben todas las cábalas. La situación concede abundante juego y los actores políticos a los que el resultado electoral otorga el máximo protagonismo, no van desechar oportunidades.

Pero, más allá de las especulaciones y de los planteamientos teóricos o incluso de las ilusiones, los comportamientos vistos y las palabras pronunciadas permiten entrever en qué dirección se mueven las cosas y cuáles son las preferencias.

De entrada, el PSOE tiene serias dificultades para hacer valer su peso específico. La condición de primera fuerza de izquierdas en retroceso le mantiene en situación muy incómoda. Todos procuran exhibir responsabilidad, pero los socialistas, más que ningún otro partido, se ven obligados a añadir a ello la generosidad y la reivindicación del valor de sus escaños y votos. Cosme Bonet hablaba ayer de la incomprensión que supondría la superposición de un bloque sobre otro, en alusión al tandem Més-Podemos como confrontación al PSOE.

Biel Barceló es hoy el mejor situado para ocupar la presidencia del Govern. Las declaraciones de Pablo Iglesias, ayer en Madrid, en el sentido de que Podemos no avalará ejecutivos encabezados por los socialistas, vienen a reforzar esta tesis. De todos modos, quedan muchas cosas por pulir. Los órganos de dirección estatal, tanto del PSOE como de Podemos, intentarán hacerlo el próximo fin de semana. Las líneas definitivas de los pactos a establecer pueden empezar a definirse con claridad a partir de la semana próxima. Entre otras cosas porque comenzará a apremiar la constitución de los ayuntamientos y por mucha independencia municipal que se otorgue, ésta no es ajena a la distribución del Parlament y el Consell.

El PSOE sólo renunciará a la presidencia del Govern cuando no le quede más opción. Comenzará a entablar encuentros por separado con Més y Podemos, mientras que estas dos fuerzas revitalizadas, aunque revestido de informalidad, ya han avanzado en su diálogo.

La primera y gran tarea a realizar radica en el ensamblaje de programas capaces de ser llevados a una ejecución conjunta y sin fisuras. Nadie se atreve todavía a reivindicar un cargo en público. Sería su perdición. Impera la cautela y el peso de los escaños obtenidos. Queda vigor para mantener el pulso unos cuantos días. Los líderes, tanto del PSOE como de Més y Podemos y hasta de un PI que aspira con ansias a ser invitado al festín, saben que la ciudadanía no entendería una mera distribución de cargos con su consiguiente actuación posterior fragmentada. Esta es la imagen que dejaron los anteriores pactos de Progrés que ahora no se puede repetir. De ahí la imprescindible prudencia actual.

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