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Llorenç Riera

Conflicto y opacidad de la policía de Palma

Dado que insisten en negar actuaciones al margen de la ley, sobornos o intervenciones y dejadez a instancia de parte interesada, habrán de admitir, por lo menos, anormalidad, desconcierto y pasmo, eso, por no hablar directamente de escándalo. Qué concedan tales impresiones y al ciudadano productor de impuestos y con derecho reconocido, pero no siempre respetado, a la normalidad. Porque no tiene nada de común que el jefe de una Policía Local sobrecargada de imputaciones y conflictos, como la de Palma y su responsable político, sean llamados a comparecencia judicial, declaren horas y sólo se esfuercen en emular a Pilatos o en echar balones fuera.

La Policía Nacional y la Guardia Civil también han detenido a ocho agentes de la Local que hoy serán conducidos ante la jueza. No es una mala película de la saga poli bueno, poli malo. Es la pura realidad que lleva a pensar cómo las fueras de seguridad tienen ante sí la ardua tarea de purgarse a ellas mismas. Igual que si no les bastara el trabajo profesional externo.

Diario de Mallorca ya avanzó, semanas atrás, que el Grupo de Actuación Preventiva (GAP) de la Policía Local de Palma, estaba siendo objeto de investigación en base a indicios de extorsión y trato de favor a empresarios de la Playa de Palma. Estas pesquisas se han concretado, de momento, en la imputación del concejal de Seguridad Ciudadana, Guillermo Navarro y el jefe del cuerpo, Joan Mut. Los ocho policias detenidos, serán puestos hoy a disposición judicial.

Mut negó ayer ante la jueza que el expediente disciplinario abierto a un agente del GAP fuera una represalia por haber denunciado las irregularidades de la sección. Lo encuadró en el marco de las rivalidades que caracterizan y condicionan a este departamento policial que en poco o nada se corresponden con su labor preventiva.

Hay muchas cosas que llaman la atención en este particular asunto, más grave, si cabe, que el del amaño de oposiciones que también empaña la imagen de la Policía Local de Palma. El concejal Navarro mantiene la misma línea argumental que Mut, cómo si ello les eximiera de responsabilidad a ambos. Encuadran el asunto en la división interna del GAP que se llega a equiparar a una pugna entre el PP y el PSOE. Otra vez, el uso viciado de la política. Falta una verdadera apuesta por la transparencia y el rigor.

Pese a no renovar candidatura a Cort, el alcalde, Mateo Isern, que habló de expulsar ovejas negras cuando saltó el amaño de las oposiciones, no puede parapetarse en el silencio y en la inactividad sobre este último escándalo de su Policía. Es posible que el president Bauzá siga sin comprenderle, pero la ciudadanía está a la expectativa de sus decisiones. No se entiende, de forma asociada, que Guillermo Navarro siga al frente de Seguridad Ciudadana, no ya sólo porque Més ha pedido su dimisión o cese, sino por la responsabilidad institucional y política que le afecta y porque él mismo ha venido a reconocer incapacidad para saldar la fragmentación policial que le corresponde reconducir. Cuando menos, debería pensar que los ciudadanos de Palma se merecen una Policía normal.

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