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Análisis

Joan Riera

Orta va a la guerra sin balas

Al declarar la guerra, lo primero que se controla es que los arsenales están bien surtidos de munición. Napoleón exigía, además, que sus oficiales fueran tipos con suerte.

Bauzá, cuyo PP está acosado por los casos de corrupción de la era Matas, decidió atacar al enemigo con las mismas armas y en vagones ferroviarios. Eligió como general para desatar la batalla a José Ramón Orta, jefazo supremo de Serveis Ferroviaris de Mallorca. El tocayo del president arremetió contra Antoni Verger y otros cargos de Transportes del Pacto con una denuncia ante la Fiscalía Anticorrupción. Bien está. Hay que perseguir la corrupción anide donde anide. El problema es que Orta no debe entrar en la categoría de generales a los que sonríe la fortuna. La munición elegida para bombardear a los adversarios ha resultado defectuosa. El ingeniero convertido en el principal testigo de cargo contra los pesemeros ha dado marcha atrás. Donde antes había un escándalo, ahora se constata una gestión adecuada. Donde existía despilfarro, hay ahorro.

Orta debería ocuparse de que la Via Verda no se convierta en un fiasco y de que trenes como el Manacor exprés no viajen vacíos. Y cuando va a la guerra, tendría que armarse con balas de grueso calibre.

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