Es una lástima que el personaje del primer teniente de alcalde de Valencia Alfonso Grau se haya incorporado tarde al caso Nóos, con el juego periodístico que está dando.
El último imputado quiere ser el primero en ocupar portadas y titulares y no descansa en su empeño de salir inocente sin ser juzgado.
Grau adquirió fama de chulo y cascarrabias con su rueda de prensa, ofrecida en Valencia el mes pasado, para desmentir lo que toda España sabía: su imputación por la Audiencia de Palma en el caso Nóos. "No voy a darles el gusto de dimitir" y el "por que a mí me da la gana", fueron algunas de sus tarjetas de visita para los no valencianos, que no tenían el gusto de conocerle.
Este fin de semana se ha sabido que Grau se ha movido, y mucho, para tratar de convencer a sus excompañeros de la Fundación Turismo Valencia de que no fue él quien contrató a Urdangarin sino que fueron todos.
Nada menos que dos reuniones previas a las testificales ante el juez fueron organizadas desde la fundación y a una de ellas habría asistido el gruñón vicealcalde de Valencia.
Los patrones de la entidad que pagó cientos de miles de euros a Urdangarin por unos seminarios inútiles, y carísimos, no se dejaron convencer por los ruegos de Grau: le señalaron a él como responsable. Más el primer teniente de alcalde y hombre de confianza de Rita Barberá, la salvada por la campana del Tribunal Superior de Valencia, no se rinde. Ahora quiere que Nóos se pare hasta que él quiera.
