A la vista de la práctica y los usos políticos habituales, la resaca era inevitable. Durará días y amainará de manera progresiva pero, lo que de verdad importa, son las consecuencias y repercusiones prácticas que pueda llegar a tener, más allá del restrictivo y cerrado ámbito político.

Que cuatro senadores del PP de Balears rompan la disciplina de voto marcada por el partido a nivel nacional, sigue siendo noticia de grueso calado, más por lo inhabitual de la decisión, que por las repercusiones efectivas de gestión que pueda llegar a tener.

¿Quebrar la decisión de voto diseñada por el partido o romperlo en relación al compromiso adquirido con el elector y el sentir de la demanda ciudadana? He ahí el dilema. Si diputados y senadores no estuvieran concebidos como elementos cuantificables de peso y decisión política, por encima de miembros integrantes de las Cortes Generales valedores de sus propuestas programáticas y los intereses y necesidades de una determinada área geográfica, la tesitura actual sería imposible. ¿La conciencia o el poder diluido? Si quien debe despejar el interrogante reúne la condición de persona, está claro que debe decantarse por la primera opción.

Sin embargo, el subsecretario de Industria, Enrique Hernández Bento, canario por más señas y por tanto algo salpicado por las expectativas de explotación petrolífera de Caim Energy en el archipiélago atlántico, llama "irresponsabilidad" al hecho de que cuatro senadores de Balears voten en contra de las prospecciones de crudo en el Mediterráneo. Lo considera una decisión carente de coherencia porque, en su opinión, "un país que, en materia de hidrocarburos, depende del exterior en el 99%, no puede renunciar a saber si dispone de depósitos propios". Tal como hizo ya en su visita a Balears, ha situado este valor por encima de los intereses turísticos o medioambientales. Plantearlo en tales términos es para él "demagogia" exenta de "debate sereno y objetivo".

Son declaraciones vertidas al amparo de la ruptura de la disciplina de voto de los senadores del PP de Balears y que pueden alentar el expediente disciplinario, con sanción económica, que se cierne sobre ellos. Lorenzo Bosch, pragmático como siempre y Gari Durán, incómoda, se muestran conscientes de su situación. Estos expedientes, por no tener autorización del grupo parlamentario para cambiar el sentido del voto, son altamente definitorio de los conceptos de la política en boga.

Pero el esbozo de medidas disciplinarias y los comentarios que derivan del mandato del president Bauzá para que sus senadores trastocaran la foto del PP, puede ser también una mera cortina de humo, una polvareda en medio de una realidad más profunda y transcendente. Todavía es pronto para saber si estamos ante una mera operación de imagen, entre mayorías sobradas, o si el PP de Balears ha decidido dar un definitivo paso al frente en contra de las prospecciones petrolíferas. Quinientos euros de multa que no salen del partido no tienen precio evaluable cuando están en juego cosas mayores.