Terapia sin filtro ha sido una de las grandes apuestas de este año en la producción de series de comedia de Apple TV. Ahora que Paramount planea para su recién creado servicio en streaming el regreso de Frasier, uno de los psiquiatras más famosos en la historia de la telecomedia, la plataforma de la manzana también ha querido hacer humor con una serie protagonizada por, como se diría en lenguaje coloquial, un grupo de comecocos. La experiencia ha sido un éxito, ya que Apple la ha renovado para una segunda temporada.

Terapia sin filtro, o Shrinking como se titula en inglés, venía respaldada por dos grandes nombres. El primero es el de Harrison Ford, en su primera telecomedia televisiva. El segundo es el de Ted Lasso, uno de los mayores éxitos de la plataforma y cuyos creadores son ahora los responsables de esta nueva serie. Así que, lo tenía todo para apasionarme o desilusionarme. Como fan galáctico, Harrison Ford es una de mis estrellas favoritas; pero Ted Lasso no es que me haya apasionado, aunque admito que sí veré su temporada final recientemente estrenada.

Aquel que no la haya visto, debe saber que Harrison Ford no es el protagonista. Es un secundario más de la serie, pero encaja en la definición de secundario de lujo. En cada una de sus apariciones, su veteranía se nota y por qué fue una de las grandes estrellas de Hollywood. Parece que no está dispuesto a que le jubilen por muchos años que cumpla, ya que en Skyshowtime es protagonista junto a Hellen Mirren de 1923, uno de los spin offs de Yellowstone, mientras que para la pantalla grande este 2023 volverá a ponerse el sombrero de Indiana Jones, y ha fichado por el Universo cinemático de Marvel para interpretar al general Thaddeus Ross en sustitución de William Hurt, fallecido hace poco más de un año.

El verdadero protagonista de Terapia sin filtro es Jason Segel, cómico que alcanzó la cumbre de su carrera en la primera década de los 2000 con otra clásica telecomedia, Cómo conocí a vuestra madre. Aquí interpreta a Jimmy, un psiquiatra que trata de superar la muerte de su esposa en un accidente de tráfico. Dicen que no hay peores enfermos que los propios médicos, así que la serie gira en torno a lo difícil que es que este paciente se deje ayudar por sus propios compañeros. Los Soprano giraba en torno a un gangster que necesitaba recibir terapia. En Terapia sin filtro es un psiquiatra el que debe tumbarse en el diván. Y un día decide decirle a sus pacientes todo lo que pasa por su cabeza, encontrándose a partir de ese momento con respuestas inesperadas en el progreso de sus sesiones.

El personaje de Jimmy sigue teniendo muchos de los tics y gags del Marshall de Cómo conocí a vuestra madre. Era como el equivalente de Chandler (Mathew Perry) en Friends. Marshall era un fan declarado de Star Wars, así que estaría más que encantado de hacer una serie con el actor de Han Solo. Seguramente si apareciera por allí Neal Patrick Harris, Marshall... perdón Jimmy podría soltarle una de esas míticas bofetadas que se apostaron en su día en su anterior serie. Y, de hecho, si nos dicen que su mujer fallecida era Lilly (Alyson Hannigan), entenderíamos mucho mejor a su personaje. De hecho, cuando me acordaba de Lilly, era imposible no asociar Terapia sin filtro a After Life, la telecomedia sobre la pérdida que hizo Ricky Gervais para Netflix. Pero aquella otra serie tuvo un final mucho más amargo. Puede que esté haciendo spoiler, pero creo que es fácil de imaginarse que para Jimmy hay posibilidad de salir de ese agujero en el que estaba atrapado. Terapia sin filtro es una historia de superación.

Los fans de Ted Lasso encontrarán aquí mucho de ese humor amable y de buen rollo que caracteriza al entrenador de fútbol inepto y de buen corazón interpretado por Jason Sudeikis. El estilo de Bill Lawrence es bastante reconocible en muchos de sus chistes y diálogos. Puede que no sea una gran serie, pero garantiza pasar un buen rato. Consiguió arrancarme alguna carcajada y dejarme con una buena sonrisa.

Un poco antes que Terapia sin filtro hemos tenido en Disney Plus otra serie sobre psiquiatras de un tono muy distinto a éste, El Paciente. Sus episodios son de veinte minutos de duración, pero no estamos ante una telecomedia. Por mucho que esté protagonizada por Steve Carell. Es un thriller creado por uno de los responsables de The Americans, Joseph Weissberg. Desde The Office, Carell parecía repetir los ticks de su Michael Scott en sus otras series. Ese jefe cretino que no hacía más que meter la pata y generar vergüenza ajena cada vez que intentaba hacerse el colega. Así le pasó en la fallida Space Forces para Netflix, donde estaba al frente de una división del ejército encargado de supervisar la seguridad espacial, y algunos de esos ticks se le dejaban ver también en The Morning Show en Apple, donde interpretaba a un presentador estrella de noticias caído en desgracia tras su implicación en un caso de acoso sexual. A diferencia del protagonista de Terapia sin filtro, Carell se aleja de este personaje con el que se movía como pez en el agua en sus anteriores series y en El Paciente es un psiquiatra secuestrado por uno de sus pacientes. Un asesino en serie que pretende que le cure de sus impulsos homicidas. El paciente se convierte en un thriller de suspense, plagado de momentos de tensión.

Entre Terapia sin filtro y El Paciente, el terreno ha quedado preparado para que podamos recibir como se merece el retorno de Frasier. Esperemos que su regreso, como suele pasar en estos casos en series veteranas, no sea una decepción.