No podemos mantener un ambulatorio en cada pueblo pero sí una iglesia en cada barrio. En la tierra de la faraona Lola Cospedal no es sólo la frase de un demagogo al que se le ve el plumero antes de sentarse a escribir. Ella la pone en práctica como buena cristiana gobernanta y la hace suya a su modo. No podemos mantener la planta de oncología infantil en el hospital Virgen de la Salud de Toledo por carísssima de la muerte pero ni un euro de menos al club de las sotanas. Supongo que verían el vídeo en el que unos padres de niños con cáncer intentan hablar en el pleno municipal toledano para explicar su desesperación, pero en ese momento, rebotados de su asiento como un solo sinvergüenza, los concejales del PP menos la digna Ana Isabel Bejarano, lo abandonan con cara entre aburrida, de asco, y retadora, como el que tiene que soportar a la chusma pedigüeña.

El presidente de la Diputación de Toledo, Arturo García, fue más lejos y cuando un padre con lágrimas en los ojos intentó darle el informe le contestó que no le interesaba. ¿Que no le interesaba? Me sigo preguntando lo mismo. ¿Por qué estos canallas que trabajan para nosotros porque nosotros les pagamos tratan al ciudadano con desprecio y chulería? Y la respuesta siempre es la misma. Porque el patrón, es decir, el votante, es decir, el ciudadano, no los castiga en las urnas. Se sienten inmunes. La noticia la habrá podido ver en algunos medios, pero TVE ha procurado esconderla porque en tiempo de elecciones hay que estar muy atentos para ir limpiando los estropicios del señorito, que es un bala perdida y ni en campaña se limpia la bragueta.