He tenido que hacer muchos, demasiados obituarios de personas, unos famosos y otros no tanto, pero importantes en la sociedad mallorquina, incluidos algunos amigos, en la que me integré hace algo más de 52 años, pero decir adiós, para mí un hasta luego, supongo, a Iñigo Morales de Rada Quiroga, que se auto consideraba de ser celta, por nacido en La Coruña, aunque también ejerció de vasco, más que amigo y colega como fotógrafo y comentarista gastronómico, es duro. Ha sido una relación, tan profesional como privada, aunque él era gigantón y yo solo mido 1’69 metros, sin llegar a los 70 kilos de peso, durante medio siglo, preñada de situaciones de todos los colores, con momentos de euforia sin faltar discusiones por tener puntos de vista tan diferentes, tanto a nivel profesional cómo en otras áreas, lo que nos llevó a esquivar algunos temas, en ocasiones.

Recuerdo que al ingresar en Diario de Mallorca, ubicado en dos plantas de la parte exterior del convento de Santa Magdalena, Iñigo se integraba en la plantilla de fotógrafos. La realidad es que unas semanas antes habíamos coincidido en una “torrada” otoñal organizada en una finca de Llucmajor. Creo que nuestra relación más intensa se consumó durante mi traslado agosteño a Ibiza, durante tres o cuatro estíos consecutivos, cuando Iñigo era el delegado de Diario de Mallorca en la Pitiusa Mayor. Aunque había trabajo, disfrutábamos de las noches agosteñas, con encuentros con famosos, políticos o conocidos que nos visitaban, dominando las citas gastronómicas a un montón de restaurantes de toda clase de la isla blanca. También fuimos compañeros de viaje visitando bodegas de toda la piel de toro.

Encuentros a mesa y mantel que se reiniciaron cuando Iñigo regresó a Palma, para ingresar en el Diario el Mundo, encargándose, entre otras cuestiones, de la sección gastronómica. Relación a nivel personal y profesional, mantenida durante su puesto de jefe de presa de (PIMEN), entre otras cuestiones periodísticas. Ambos participamos en la fundación de la Asociación de Periodistas y Escritores Gastronómicos de Balears. Decidí que realizara las fotos del libro ‘Els vins de Mallorca”, que escribí por encargo del Consell de Mallorca. Se puede decir qué, nuestra ‘última cena’ fue la organizada el 15 de noviembre del 2019, resaltando la organizada por Marc Fosh y Juan L. Pérez de Eulate (La Vinoteca), en el restaurante palmesano La Missió, festejando ambos sus 25 años de amistad y colaboración.

Días después, ambos, junto a compañeros de la información gastronómica compartíamos homenaje por parte de la DO Pla i Llevant de Mallorca, en Porreres, con motivo de los 25 años de su creación. Hasta la próxima Iñigo. Te has ido rodeado del cariño a ti profesado por tus Pilar de Juan e hijas Mercedes y Maria del Pilar. Estate seguro que he brindado por ambos, nuestras familias y gentes con un buen tinto.