Nacida en Lisboa, en 1965, su ritmo profesional es agitado. Tras presentar su disco Pájaros eternos por medio mundo y defender su documental Los ojos de Bacurí, sobre la memoria histórica, en diversos festivales, María de Medeiros encarna a quien fue musa de Pasolini, la actriz Laura Betti, en el filme homónimo, realizado en torno a la controvertida fi gura del director italiano.

La música para usted es...

Mi cuna. Mi papá es músico, y mi hermana, compositora. Escribe obras sinfónicas muy serias. He llegado tarde a ella, pero ha sido como reanudar un amor que siempre estuvo ahí.

¿La prefiere al cine?

Digamos que creo que hacer películas es una de las actividades más musicales que uno puede realizar, más allá de cantar, componer o tocar un instrumento.

¿Qué géneros le gustan?

Estoy influenciada por la música brasileña y por el jazz, pero desde que conocí a Raimundo Amador me fascinan el flamenco y su posibilidad de fusionarse con otros ritmos.

Y no se refugia en la música porque el cine le esté dando de lado...

Me voy librando de ese machismo que relega a las actrices mayores de 40 años. Eso sí, trabajo en filmes más pequeños: en Canadá, Brasil...

¿Hollywood se le escapó?

Nunca hice una película "a lo Hollywood". Pulp Fiction fue un éxito internacional fuera del circuito de los grandes estudios. Pero quién sabe...

¿Es admiradora de Tarantino?

¡Cómo no! Es uno de los creadores más inteligentes que conozco, capaz de introducir un mensaje social en filmes con gran vertiente comercial, lo que multiplica su alcance.

¿El artista debe comprometerse?

Hay muchas clases de artistas. Yo sí quiero hacer lo posible para transmitir la historia de aquellos a los que no se escucha aunque alcen la voz.

Su filme como directora habla de recuperar la memoria histórica...

Detrás de cada desaparecido hay una historia personal trágica a la que no se puede poner fi n sin saber qué ocurrió. No comprendo a los gobernantes que quieren esquivar su deber de asumir el pasado. No hay ningún país que no tenga oscuridad en su historia.

¿Qué le enfada?

Los retrocesos en materia de libertades, de educación, expresión, en la sanidad y en la cultura. Y me deja perpleja la permanencia de los prejuicios raciales y sexuales.

¿Y qué hace cuándo se enfada?

Pues hago películas, canciones, peleo sueños. La mente humana es irreductible; es libre. Hay cosas que no hay forma de aniquilar.

¿Se considera positiva?

Sí, pero no "porque sí". Tengo la impresión de asistir a una masacre de valores de las estructuras democráticas, por lo que ahora, más que destruir, tendríamos que estar proponiendo alternativas.

¿Cuál es su mejor trabajo?

Siempre el penúltimo. En Encuentros con un joven poeta hago de Samuel Beckett y nunca pensé que travestirme en hombre pudiera sentarme tan bien.

¿Y el mejor lugar para estar?

Aquel en el que no has estado. Japón, en mi caso. Pero adoro São Paulo, me fascina Córdoba, me siento comodísima en Barcelona y me apasiona Madrid.