Visitar la cova de l´Ermità Guillem, a poco más de una hora a pie desde Valldemossa, supone adentrarse en un remanso de paz y espiritualidad. Habitada hasta hace pocos años por personas dedicadas a la vida contemplativa, es un lugar interesante por la ocupación anacorética que desde el siglo XVII ha tenido. A pesar de que cualquiera puede acceder a ella, se mantiene limpia y con todos sus enseres, la mayor parte de ellos relacionados con la religión y la mística.

También conocida como Ermita de Son Moragues, por estar situada en los terrenos de esta possessió, fue descrita y representada en un dibujo por el Archiduque Luis Salvador en su obra Die Balearem. Pero no es el único nombre con el que se la conoce. También se le aplica el de Talaia Vella, s´Ermita Vella y, más recientemente, el de ermita de la Hesychia ("quietud, silencio, paz interior"), como indica una lápida situada sobre la puerta de entrada.

El primer ermitaño que habitó esta áspera vivienda, situada a pocos metros del camino que enlaza el coll de Son Gallard con el Camí de l´Arxiduc, fue Guillem de Sant Pau, quien murió en 1635, en el Hospital General, y cuyo cuerpo fue venerado como persona santa. "Años después, los ermitaños de la Trinidad de Valldemossa recuperaron su cráneo, que aún se conserva en la ermita de la Trinidad", señala el historiador y experto senderista Gaspar Valero en su obra Caminos y paisajes. Años después la ocuparía otro ermitaño, Antoni de Sant Pau Ferrer, fallecido en 1693. Natural de Alaró, fue el primer discípulo del fundador de la ermita de la Trinidad, Joan Mir de la Concepció. La antigua tradición religiosa y eremítica de esta parte de la costa mallorquina se remonta al siglo XIII, cuando Ramon Llull fundó un colegio misional en Miramar y una escuela de lenguas orientales, en 1276.

Una cerca de pared se levanta antes de la entrada de la cueva. Las últimas lluvias han motivado que parte de ella se haya venido abajo. Antes de llegar a la boca de la cueva, a la izquierda, existía una capilla de reducidas dimensiones, hoy desaparecida. Tras la pared de la derecha del recinto hay una marjada para un cultivo de resistencia del que hoy solo queda una planta de romero.

El habitáculo, al que se accede por una puerta de madera, aprovecha un espacio subterráneo de 23 metros de extremo a extremo. Cuenta cinco espacios diferenciados, a modo de pequeñas habitaciones destinadas a vestíbulo, aljibe, cocina, dormitorio y trastero. La presencia de latas de conserva y aceite en la cocina podría indicar que ha vuelto a producirse una reocupación. La cavidad dispone de luz natural, por unas pequeñas aberturas en la roca reconvertidas en ventanas, chimenea y pozo.

Mensajes que piden el enaltecimiento del Senyor conviven con referencias al Brahman. En sus rústicas estanterías se pueden encontrar distintas Biblias, imágenes de Vírgenes o una fotografía de Ramana Maharshi (1879-1950), uno de los religiosos hinduistas más conocidos del siglo XX que vivió en la sagrada colina de Arunachala. A modo de libro de visitas, alguien escribió en un papel aún colocado sobre una de las mesas unas palabras de "gratitud" dirigidas al "ser que habita este sagrado lugar" al haber encontrado refugio en la cueva tras una "brutal tormenta".

J. A. Encinas, en su Corpus Cavernario Mayoricense, señala que antes de refugio eremítico, la cova de l´Ermità Guillem sirvió de hipogeo funerario de corredor, propio del Bronce medio, según los restos cerámicos hallados en su portal y los elementos arquitectónicos aún conservados en su interior.