Al valle de los naranjos le quedan pocos años de vida. El árbol más característico de Sóller va a menos y su cultivo poco a poco se abandona por los problemas que acechan a una agricultura minifundista que presenta como principales enemigos los altos costes de explotación, el bajo precio que se paga por la fruta, la competencia exterior y las plagas que dañan los árboles. El futuro de la naranja de Sóller está en entredicho. Se muere.

Los datos hablan por si solos. Si hace quince años las plantaciones producían dos millones de kilos de cítricos, a día de hoy a duras penas se recolectan 700.000 kilos. Otro dato más lo confirma: de los 300 productores solo un tercio comercializa la producción. Y de las 140 hectáreas de cultivo de naranjas y limones, sólo la mitad son económicamente rentables para el productor. Los demás huertos languidecen, otros ya están abandonados y solo una pequeña parte subsiste para el consumo familiar de sus dueños.

Pero, a parte de los problemas que comporta el cultivo de la fruta más característica del valle, la naranja de Sóller es una marca que ha traspasado montañas y fronteras y se ha convertido en un reclamo turístico que a día de hoy se está tambaleando. Si nadie lo remedia en pocos años el cultivo de cítricos será una anécdota, una cosa del pasado, porque la maleza devorará los campos donde todavía perdura el maltrecho cultivo de la naranja.

Ante este panorama nada halagüeño para la agricultura de Sóller, un productor, un técnico y un comercializador hablan sobre el futuro que le espera a la naranja sollerica, un producto que es seña de identidad turística para el valle.

Miquel Soler

Productor

Miquel Soler tiene en l´Horta una de las mayores fincas de Sóller que todavía se dedica a la producción de cítricos. Afirma que "el campo solleric está condenado a la desaparición porque lo que nos pagan por kilo de naranja apenas sirve para pagar los costes de abonado, poda, regadío, tratamientos contra las plagas o la mano de obra". "Es una pena que esto se pierda cuando resulta que somos los jardineros de Mallorca", asegura este productor que no duda en afirmar que "los payeses pensábamos que las fincas eran patrimonio nuestro pero ahora resulta que lo es de toda la humanidad y sin recibir nada a cambio".

Miquel Soler defiende que las instituciones "han de cerrar un pacto con el sector turístico, porque mientras los hoteles nos utilizan a nosotros para promocionarse, y con dinero público, compran la fruta al exterior", un hecho que "indudablemente no debería ser así". Este productor sostiene que "tanto me da que sea la naranja de Sóller como el albaricoque de Porreres para poner dos ejemplos, pero las cadenas hoteleras de la isla deberían comprar nuestros productos para subsistir y garantizar así la conservación del paisaje de la Serra que es su principal promoción". "No se me pasa por la cabeza que los hoteles promocionen la Bierstrasse del Arenal para atraer visitantes", sostiene Soler que añade que "se trata de llegar a un término medio con ellos".

Miquel Soler lamenta que "cada vez se ven más huertos de cítricos abandonados, con la mala imagen que da" porque "muchos nos hemos cansado de trabajar para perder dinero". "Necesitamos que se nos pague más que los 20 céntimos que recibimos por kilo de fruta producida".

Jaume Orell

Comercializador

Jaume Orell es el presidente de la cooperativa agrícola Sant Bartomeu, el principal comercializador de la naranja que se produce en Sóller. Al igual que Soler, sostiene que la situación del campo solleric "es muy preocupante" porque "la globalización, la imposibilidad de mecanizar huertos de pequeñas dimensiones y con ´marjades´ hace que nuestro producto no sea competitivo con el que llega del exterior por los altos costes que conlleva su mantenimiento". La principal competencia con la que se enfrenta la naranja de Sóller es la que procede de Sudáfrica, Uruguay, Paraguay, Chile o California, que se vende a precios más económicos. A lo que se debe añadir, la naranja de procedencia nacional.

Orell se lamenta de que "la gente compre por la vista, porque en Sóller tenemos la naranja ´canoneta´ que a pesar de su aspecto es la mejor para elaborar el zumo, aunque el mercado se decanta por otras que tienen mejor aspecto pero son de peor calidad".

El presidente de la cooperativa alaba la labor de los payeses sollerics "porque han tenido que aguantar de todo para mantener sus huertos" aunque "lamentablemente muchos han tenido que abandonar por falta de rentabilidad". El problema, lo admite, es el precio que se paga en origen y que lo determina la demanda del producto. "Lo ideal sería que se pudiera pagar una media de 20 céntimos más por kilo de naranja y limón, porque así podríamos garantizar la pervivencia del sector primario del valle", sostiene.

Como explica Orell, en los últimos años los productores de naranjas han introducido nuevas variedades como la peret, la alberola, la navel-late o la valencia-late "que han permitido aguantarnos porque son frutas no tan primerizas como la canoneta", que se venden a mejor precio aprovechando el tirón del incremento poblacional del verano. La entidad también ha tenido que diversificar presentando al mercado productos como la confitura de naranja para aguantar el golpe de la reducción de ventas.

Y a Orell, que es un amante del huerto y el olivar solleric, no se le escapa que "el payés tiene una gran influencia en el paisaje y el medio ambiente del valle, por lo que no podemos abandonarlo por las consecuencias negativas para el entorno y el turismo que ello supondría". Por eso echa en falta una promoción del producto local para mejorar la distribución de los cítricos

Margalida Morey

Técnico

Margalida Morey es la técnico en agricultura de la cooperativa de Sóller. Su papel consiste en aportar soluciones a los problemas que presentan los cultivos del valle. Por lo que se refiere a los huertos de naranjas y limones, Morey explica como en los últimos años los payeses sollerics han tenido que luchar contra las plagas que afectan a estos cultivos. Se trata de un problema que tiene sus consecuencias económicas por los tratamientos que han de recibir los árboles de forma periódica.

Explica como la mosca de la fruta (Ceratitis capitata), el piojo rojo de California (Aonidiella aurantii), la araña roja (Tetranychus urticae), la cochinilla algodonosa (Planococcus citri) y la cochinilla de la tizne (Saissetia oleae) son las plagas con las que tienen que enfrentarse los agricultores de Sóller para salvar su producto. Además, están los problemas climatológicos como el pedrisco, el viento o las heladas que también afectan a la calidad y la cantidad del productor final y que, en gran medida, determinan el precio que tendrá la naranja, un producto que a día de hoy pasa por sus horas más bajas.