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Pedro Barceló: «Mi amistad con Munar nunca influyó en mis decisiones»

Ha decidido jubilarse tras 43 años de servicio en la judicatura. Dice ser un juez «indeciso», que «nunca» recibió una llamada para presionarle

Pedro Barceló: "Me quedo con todos los momentos porque en todos he disfrutado"

Pedro Barceló: "Me quedo con todos los momentos porque en todos he disfrutado" B. Ramon

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Pedro Barceló: "Me quedo con todos los momentos porque en todos he disfrutado" Marcos Ollés

Pedro Barceló (La Línea de la Concepción, Cádiz, 1955) cuelga la toga tras más de cuatro décadas de servicio. Es uno de los magistrados más populares de Mallorca, donde ha desarrollado casi toda su carrera en puestos claves y tocando todos los palos. Licenciado en Derecho y Económicas, pasó por dos juzgados de instrucción y uno civil, fue juez decano, trabajó en Panamá, Bulgaria y Turquía hasta llegar al Tribunal Superior de Justicia.

Estudió Derecho y Económicas. ¿Qué le llevó a dedicarse a la judicatura?

En aquella época en España no había todavía ley de impuestos. Mi padre, con visión de futuro, me aconsejó que estudiara Derecho y Económicas porque las grandes empresas iban a necesitar un asesor economista. Estudié las dos carreras, pero Económicas no me gustó. El ejercicio de la abogacía no encajaba dentro de mi mentalidad y cuando salió el temario preferí ir a ser juez.

Le venía de familia, su padre era juez.

Sí, y mi abuelo era notario. Había gente que me decía: ‘Estudia para notario, que te forrarás’. Pero en aquella época el dinero es lo de menos, que no es así luego en la vida. Luego a veces me he arrepentido de no haber estudiado notarías.

¿Cómo fueron sus inicios?

Empecé con 24 años. Mi primer destino fue un juzgado de Santa Coloma de Farners, en Girona. Había estado solo dos meses en la Escuela Judicial. A los tres días me tocó un incendio en Lloret de Mar en el que murieron 23 personas. El panorama era tremendo y me marcó mucho. En la primera semana tuve que poner una sentencia por un asunto civil de mayor cuantía. A mí no me habían enseñado eso y me fui al archivo a escondidas para ver cómo se ponían. Luego estuve en juzgados de sa Pobla, Inca y Manacor como juez de distrito, estuve en Eivissa y llegué al juzgado de instrucción 1 de Palma.

Ahí asumió la investigación del caso Brokerval, uno de los grandes escándalos de la Mallorca de los años 90.

Fue la primera macrocausa que entró en los juzgados de Palma. Haber estudiado Económicas me ayudó a entender la terminología que se barajaba. El caso colapsó la oficina judicial, era realmente complicado y complejo. El juzgado no estaba preparado y uno de los primeros refuerzos judiciales que hubo fue para ayudarnos en este caso. Desde el punto de vista personal, no fue agradable porque varios implicados eran amigos míos, pero en un grado de amistad que no era para abstenerme.

¿Cómo nació el caso?

Fue por la denuncia de uno de los que luego fueron responsables, que compareció en el juzgado para denunciar lo que estaba pasando en la oficina. Al final la instrucción se terminó y acabó con un juicio. Luego vino el caso Túnel de Sóller y empezamos un caso tras otro de corrupción y ha sido una procesión. Creo que ahora la cosa está paralizada.

Pedro Barceló, recién jubilado, en el patio del Palacio de Justicia el pasado jueves. | B. RAMON

¿Cuál era la mecánica de aquel fraude?

Eran diversas ramificaciones. La principal era que el dinero de algunos inversores no se destinó a donde se tenían que destinar y se perdieron. Coincidió con la invasión de Irak y se produjo una crisis, una descapitalización y el inversor fue a buscar su dinero y no lo encontró. Las víctimas eran conocidas y había muchas. Se hizo lo que se tenía que hacer.

¿Cuál era la conexión entre el caso Brokerval y el Túnel de Sóller, que acabó con la dimisión del entonces presidente del Govern Gabriel Cañellas?

No me acuerdo, había un talón por en medio que yo encontré, pero no te puedo contestar. En Brokerval había infinitas operaciones financieras que había que analizar con estrecha colaboración con la Policía. Yo me inhibí al juzgado de instrucción 3, donde estaba Pepe Castro, porque vi que él había empezado a instruir algo parecido antes que yo.

El principal acusado del caso Brokerval, Francisco Berga, había huido a Panamá, donde fue detenido.

Yo no puedo contar cómo lo localicé, pero lo localicé. Y como era amigo mío, cuando lo trajeron a los calabozos bajé a saludarlo porque me pareció que era humanamente necesario. Sin perjuicio de que luego yo seguí ejerciendo mi profesión.

En los últimos años hemos vivido una gran avalancha de casos de corrupción política en Balears.

Ha sido un mal endémico. Tal vez tenían un exceso de confianza en cómo administrar los fondos públicos. No estoy hablando de que se quedaran los fondos públicos, sino de que un dinero que es para un servicio público lo destinas a otro sin seguir las correspondientes vías legales. Yo creo que estaban acostumbrados a poder decidir el destino, sin acusar, repito, de apropiarse de nada. No quiero meterme en eso, para eso están las sentencias. Había un exceso de confianza que ahora evidentemente se ha terminado. Ahora quien ejerce esa responsabilidad va con muchísimo cuidado.

Usted mismo asumió muchos casos de corrupción.

Cuando llegué a instrucción 2 me encontré diez casos de corrupción política, como Ibatur, Metalumba... Además de otras macrocausas como Prestamitos o el de los príncipes de Hohenlohe. Había mucho trabajo.

Ahí estaba también el Caso Ayudas, que implicaba a Maria Antònia Munar y en el que hubo cierta polémica porque usted reconoció que tenía una relación personal con ella.

Cuando yo fui decano iba a los actos oficiales y como soy un tipo enrollado me quedaba a hablar con ese tipo de gente y así empecé una relación personal. Con Munar teníamos una relación de amistad íntima y me abstuve de llevar sus casos. Mi amistad con ella nunca afectó a mis decisiones como juez. Le dije al funcionario que ni me informara de esos asuntos. También estaba imputada Dolça Mulet, con la que tenía una relación mayor porque nos conocíamos desde pequeños. Yo hice un auto de abstención que la Audiencia no me aprobó. Quizá pequé de inocente, porque la ley dice que para abstenerse hay que tener una amistad íntima y yo dije que con ella tenía mucha amistad pero que no era íntima.

¿Fue complicado llevar ese tema por esas amistades?

No, es una cuestión de profesionalidad. Tú tienes amistad con una persona, pero una vez te han dicho que tienes que seguir, tú sigues y tienes que cumplir con tu obligación.

Durante los nueve años que fue juez decano impulsó cambios importantes, como que los juzgados de instrucción hicieran guardias de 24 horas en vez de semanales. ¿Qué supuso?

Las guardias semanales son relativamente sostenibles en juzgados cómodos, pero en las capitales donde hay una media de 20 o 30 detenidos diarios son insostenibles. Los compañeros de instrucción me pidieron que hiciera gestiones, me fui al ministerio de Justicia y salieron bien. La guardia de 24 horas es mucho más llevadera. Creo que es el mejor sistema. Cuando fui decano también me fui a ver al ministro Michavila e instauramos una reunión con todos los decanos de España para tratar los asuntos.

También en esa época se construyeron los juzgados de sa Gerreria...

Sí, fue un cambio positivo porque los juzgados estaban infinitamente mejor. En Palma tiene que haber un edificio judicial donde estén ubicados todos los juzgados. Es mejor para el ciudadano y para los profesionales.

Ha participado en varios proyectos internacionales. ¿En qué consistió esa labor?

Fui nombrado por la Comisión Europea consejero y director de proyectos en Bulgaria y Turquía, que yo mismo había diseñado, con el fin de que adaptaran sus leyes internas a las de la Unión Europea en determinadas materias. Dirigí durante casi seis años un equipo de expertos. En Bulgaria, que entró en la Unión Europea en enero de 2007, estuve a cargo de dos proyectos. Uno para la transposición de las normas legales de la Unión respecto de la problemática jurídica que surge tras la separación de matrimonios de distintas nacionalidades, sobre los alimentos entre parientes, la protección de los adultos, la normativa sobre víctimas de delitos, la orden de detención europea, el embargo de bienes y el aseguramiento de las pruebas. El segundo proyecto se centró en el desarrollo práctico de los derechos de las víctimas, dando formación a jueces, fiscales y policías. Obviamente se trató la violencia doméstica y de género.

«Los jueces necesitamos más tiempo y más medios materiales». B. RAMON

También estuvo trabajando en Turquía.

Allí la misión se centró en la incorporación a su legislación de la normativa de

la Unión Europea sobre víctimas de delitos. Las actividades que organicé iban destinadas a la redacción de la ley turca sobre víctimas, incluyendo la creación de oficinas de atención y asistencia, la compensación económica por los daños sufridos, mediación y justicia restaurativa, con especial atención a las víctimas vulnerables, que tradicionalmente son las mujeres y los niños, pero pudimos incluir a los migrantes y, de manera indirecta, al colectivo LGTBI. Erdogan tardó unos ocho meses en aprobar el texto que le habíamos propuesto y se crearon inicialmente 120 oficinas de asistencia a las víctimas en todo el territorio. Ambos proyectos fueron muy bien valorados por la Comisión Europea. Fueron experiencias muy enriquecedoras.

Ha culminado su carrera en la sala civil y penal del Tribunal Superior de Justicia.

Ha sido una etapa muy interesante y he aprendido mucho. El nivel de casos que se llevan es alto y tienes que esforzarte en aprender, hay que estudiar mucha jurisprudencia. El ambiente con los compañeros ha sido extraordinario.

Tuvo que juzgar al juez Miquel Florit por la incautación de los teléfonos móviles a dos periodistas por el caso Cursach. La sentencia cuestionaba su actuación, pero lo absolvieron.

Tengo una buena amistad con él, pero aquí las abstenciones son mucho más rigurosas. Creo que la sentencia es muy buena. Dice que las resoluciones de Florit podían haber estado más fundamentadas, pero que los autos no estaban mal hechos a propósito, que es la prevaricación. Y que la ley es un poco confusa.

También redactó el auto que amplía la lista de delitos para juzgar a Penalva y Subirán.

Estuve ocho meses con este auto, tenía que estudiar 24 recursos de apelación. Ha sido la resolución más importante, larga y complicada de mi carrera judicial.

¿Qué ha pasado en el caso Cursach?

No te lo puedo decir, porque está sub iúdice. Es un caso muy atípico. Si hubiese más medios se podrían evitar situaciones comprometidas.

EN CORTO

El CGPJ está bloqueado por la falta de acuerdo político. Eso no casa mucho con la independencia judicial. Transmite muy mala imagen y viene por el deseo de los políticos de querer tener poder sobre las decisiones del Constitucional. Pero hay que dejar claro que los jueces, en la trinchera, son absolutamente independientes. Yo en 43 años nunca he recibido una llamada ni siquiera insinuándome.Dicen algunos jueces que la justicia está abandonada porque no da votos.Siempre ha habido una falta de medios. La ratio de jueces en España es inferior a la europea. No es una prioridad para los políticos. Necesitamos tiempo y medios materiales.

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