Hijo de curtidores de sa Calatrava, Bernat Roca dedicó toda su vida al ejercicio de la medicina. Hombre con tesón y marcado carácter, se entrega con el ahínco del neófito a la atención primaria en Puigpunyent y es Coll hasta que su afán emprendedor le lleva a apostar por los servicios de atención médica al turismo, un espacio profesional necesario del que devendrá pionero y referente.
Entusiasta profesional recordado con admiración y gratitud por cuantos le conocieron, políglota de carácter sociable y resuelto, atesoró un largo anecdotario de inimaginables situaciones propiciadas por las circunstancias de la época y la singular idiosincrasia de su clientela.
Avezado viajero conoció «medio mundo» y compartió su entusiasmo vital con su gran pasión, los caballos. Depurado jinete, cabalgó hasta los 84 años, cosechando inolvidables vivencias con los incontables cuadrilleros que decidieron galopar junto a tan persuasivo cowboy.
Y de principio a fin, su inseparable Benita.
Hoy nos ha dejado un «fenómeno», como solía calificarse a aquellos prohombres de una época que, por tan privilegiada como irrepetible, todos echamos de menos.
Bernardo Roca Garcías, Descanse en Paz .
Al cel sia.