El bar Scotties de la calle Reyes Católicos de Palma se convirtió ayer en el epicentro de la solidaridad. Desde el mediodía se produjo un goteo constante de vecinos sin trabajo, jubilados con bajas pensiones e inmigrantes carentes de recursos de La Soledat y Son Gotleu, que llegaron atraídos por las más de cien raciones gratuitas de comida caliente, que prepararon con esmero los dueños de este establecimiento, José Moreno y su mujer, Elaine Hunter, con el apoyo de residentes y colaboradores. En un principio estaban reservados un centenar de menús pero dada la gran acogida que tuvo la propuesta se repartieron diez más y ya están pensando en repetir esta iniciativa solidaria dentro de quince días.

«Tenemos que ayudarnos entre todos porque los políticos solo discuten entre ellos y no dan nada», explicaba Moreno a todos los que se acercaron a recoger su menú formado por macarrones boloñesa, ensaimada y chocolate caliente.

Moreno ha tenido que cerrar su negocio por la covid y solo puede servir menús para llevar. Está sufriendo en primera persona la crisis económica derivada de esta pandemia así que no dudó cuando sus clientes y proveedores le propusieron donar comida a los más necesitados de su barrio.

«Vivo de okupa en un piso de Reyes Católicos y carezco de recursos económicos para sobrevivir»

STEPHANY SUYÓN - VECINA VENEZOLANA DE LA SOLEDAT

Derecho a comer

Con el lema ‘Todo el mundo tiene derecho a comer’ Moreno, se ha lanzado a aliviar las carencias de sus vecinos. Entre ellos Stephany Suyón, de 24 años, que vive de okupa desde hace cinco meses junto a su pareja en un edificio situado justo enfrente del establecimiento. Vino desde Venezuela buscando una vida mejor y se tropezó con la pandemia. «Carecemos de recursos económicos. Intentamos ganarnos la vida limpiando casas o cuidando personas y mantenemos limpio nuestro piso okupado así que agradecemos la ayuda vecinal», explicó emocionada mientras saboreaba su vaso de chocolate caliente.

«Me quedé sin empleo cuando el bar tuvo que cerrar por las restricciones y quiero colaborar»

ANDREA QUETGLAS - EXEMPLEADA DEL BAR SCOTTIES

Colaboradores y proveedores estuvieron presentes para apoyar a Moreno y Hunter. Bartomeu Vicens, el socio de Marroliva, que aportó los macarrones y el tomate, recordó que con la grave crisis actual «muchos ciudadanos no han cobrado las ayudas y el Govern no llega a todo». También se sumaron residentes espontáneos que aportaron víveres como Juan Roca, vecino de la calle Reyes Católicos, que llevó naranjas de su finca: «Es un gesto muy valioso porque el Gobierno no da ayudas y los vecinos lo pasan muy mal».

Andrea Quetglas junto a su madre Rocío Monteoliva y Cati Coll colaboraron en el reparto. Quetglas, residente de La Soledat, trabajaba en el bar Scotties y se quedó sin empleo cuando su dueño tuvo que cerrar debido a las restricciones de la pandemia. Ella entregó los menús solidarios a residentes como María Carmen Correa que acudió acompañada por sus nietos. «Trabajo cuatro horas diarias limpiando y mantengo así a mi familia. Soy clienta de este bar y sus dueños demuestran que son muy buenas personas», manifestó. Poco después se acercó Rosario Castro, vecina de Son Gotleu de 68 años con seis hijos, que cobra una pensión de viudedad: «Nunca llego a fin de mes. Esta iniciativa es una obra de caridad». Tampoco lo tiene fácil Bryan González, parado sin ingresos que reside en La Soledat: «Necesitamos buenas personas que se ocupen de los que no tenemos para comer».