Hace unos meses, la científica y asesora de desescalada del Govern, Marga Frontera, se preguntaba si los niños nacidos durante la pandemia, al crecer rodeados de personas con mascarillas, aprenderían a interpretar los rostros igual que los nacidos anteriormente. Que crecer encerrados en casa, con pocas relaciones con el exterior o con personas ajenas al núcleo familiar y con el miedo al contagio instalado en casa pueda afectar a su desarrollo es algo que temen algunos padres y madres. El jefe de Pediatría del Hospital Can Misses de Eivissa, Bartolo Bonet, y el pediatra Luis Covarrubias, apuntan algunas respuestas a esas cuestiones.

Todo el mundo con mascarillas, salir muy poco a la calle, el miedo... ¿Puede esto influir en el desarrollo de los niños? 

Bartolo Bonet: Es posible, pero a mí lo que me ha sorprendido mucho es ver que los bebés, sólo con los ojos, tienen muy buena comunicación. Es curioso. Si a un bebé lo coges a la distancia adecuada para que te vea los ojos, la comunicación es buena. Muy a menudo eres capaz de hacer que sonrían. Evidentemente, no es lo mismo que ver toda la cara y con algunos tienes que quitarte la mascarilla para conectar, pero me ha sorprendido que sólo con los ojos los niños ya conecten.

Luis Covarrubias: Sí, hay muchos estudios que dicen que el contacto visual entre madre e hijo es una forma de comunicación no verbal. Pueden interactuar. En el momento de lactancia, con la mirada, a la distancia entre los ojos de la madre y del bebé se va formando un vínculo entre ellos. En algunas situaciones especiales, la sonrisa recíproca. Si estás amamantando a tu hijo no debes tener las medidas de aislamiento como las conocemos. Si salen a la calle ya es otra cosa, pero si están en casa ese contacto visual establece un vínculo fuerte. 

¿El miedo de las familias a salir a la calle les puede afectar?

LC: Tenemos que partir de que somos seres sociales, como especie, pero también es verdad que somos perfectamente adaptables. Nos adaptamos a este entorno en función de las situaciones. La afectación probablemente es mayor en un adolescente, que lleva toda su vida de una forma y ahora se la trastocas. Pero un neonato lactante se irá adaptando a la situación. Es algo que vemos con los preescolares y el uso de la mascarilla. Para nosotros puede ser una cosa horrorosa en todo momento, pero ellos lo normalizan, la convierten en parte de ellos. Lo mismo pasa en otras culturas. Los orientales han pasado mucho tiempo llevando mascarilla, nosotros hasta lo veíamos raro, y son personas completamente funcionales y sociables.

«La mascarilla puede ser algo horroroso para nosotros, pero los preescolares lo normalizan»

O sea, que todos estos posibles problemas son más elucubraciones de los adultos que realidades en los niños, ¿no? 

BB: Bueno, porque estás acostumbrada a un tipo de comunicación y el bebé se está adaptando a este tipo de comunicación. Algo que quizás sí tiene importancia es no sacarles de casa o que no se comuniquen con otras personas. Eso sí puede suponer problemas. Si lo tienes únicamente en casa con el padre y la madre igual cuando esté en contacto con extraños le costará más relacionarse. Esto, de hecho, ya pasa. Los niños que van a a la guardería con cuatro o cinco meses no tienen esa dependencia. Cuando cumplen un año el miedo a separarse de ellos es muy grande. Los niños que van a la guardería no tienen tanto miedo mientras que uno que se ha educado sólo con los padres o en un ámbito muy cerrado tienen mucho miedo de separación. Me preocupa más que estén muy cerrados y no se comuniquen con la gente que las mascarillas.

Entonces, lo de cerrar los parques...

BB: Esto ha evitado que los niños se relacionen con otros niños. Esto es peligroso porque parte del aprendizaje consiste en ver cómo responden las otras personas a lo que tú haces así que tenerlos sin poder comunicarse me preocupa más que las mascarillas.

LC: Sí, somos seres sociales y tenemos que estimularlos desde el primer momento. Recomendamos a las familias que los apunten a la guardería, independientemente de si trabajan o no. No pongo en duda que no hay mejores cuidadores que los padres, pero hay que tener en cuenta otro aspecto, el social.

¿Las familias están preocupadas por cómo afecta la pandemia a los niños? 

LC: No he notado demasiada preocupación de los padres en ese aspecto. Saben que deben mantener ciertas medidas de prevención, pero más allá de eso no están demasiados preocupados, no le dan demasiadas vueltas al tema. También es cierto que al estar en un ámbito hospitalario el trato que tengo con los niños y sus familias se limita a sus primeros días de vida y muchas dudas surgen a posteriori y en ese momento ya he perdido el contacto.

BB: A mí sí me preocupa esto. Muchos padres, cuando tienen a los niños con ellos en casa y sin separarse en casi ningún momento y sacándolos poco sienten que están más protegidos. Evitan todo tipo de contacto por el riesgo de coronavirus, pero, por otro lado, están privando a sus hijos de relacionarse. Imaginemos. Niños de tres o cuatro años en casa, sin escuela, mirando la televisión y que no se relacionan con nadie de fuera de la familia. La parte social forma parte del aprendizaje de un niño de tres o cuatro años. El aspecto social de la escuela es muy importante y encerrados en casa para evitar el contagio no están desplegando esa parte social que desarrollas en tus primeros años de vida. Me preocupan más los efectos de la pandemia en los niños un poco más mayores que en los recién nacidos. A partir de los seis años es obligatorio ir al colegio, pero a pesar de esto hay algunas familias que están intentando evitar que vayan, por diferentes razones.

LC: Ahora, muchas clases son online y lo que hacen muchos adolescentes, y lo digo porque me ha tocado verlo en la consulta, es tener una ventana abierta con la clase que se está impartiendo y otra en la que están chateando o jugando al mismo tiempo. Hay que tener mucho cuidado con eso, es una forma nueva de dar clases en la que los adolescentes y niños están encontrando una fórmula para quedarse más tiempo en casa, para no tener que salir a la calle para realizar actividades ni para relacionarse en persona con los demás. 

«Los adolescentes están encontrando en las clases ‘online’ una fórmula para no salir de casa»

O sea, que algunos estamos como gatos enjaulados y otros están encantados de no salir de la madriguera.

LC: Exacto, es lo que está pasando.

BB: Y así nos irá en el futuro...

No me diga que cree que nos aguarda un futuro lleno de hikikomoris...

BB: No sé, pero da un poco de miedo.

¿Qué consejos le darían a las familias para que la situación derivada de la pandemia no afecte demasiado al desarrollo de los niños?

LC: Va a sonar un poco difícil de entender y de llevar a cabo, pero lo que aconsejaría es normalizar la situación. Sabemos que es un virus que está en nuestro medio y que nos afecta por varias vías que derivan del contacto, pero también parto de la premisa que he comentado al principio: somos seres sociales. Si nos estamos aislando, si no queremos salir, si tenemos pánico... Todo ese pánico y ese miedo se lo vamos a trasladar a nuestros hijos. Hay que tener cuidado, adoptar las medidas de prevención y seguir las recomendaciones de los expertos, pero sin llegar a un exceso, sin que eso se traduzca en un estrés derivado de esa situación.

BB: Estoy totalmente de acuerdo con eso. Hay que forzar un poco que los niños se relacionen. Es muy importante que no pierdan eso en esa época de su vida en la que la relación con los demás es tan importante para su desarrollo. Hay que recordar a los padres y madres que los niños tienen muy pocas complicaciones cuando se contagian del covid, son los mayores para quienes es un riesgo, no para los niños. No tengamos a los niños enjaulados a una edad en la que la comunicación con otros niños es tan importante.

«No tengamos a los niños enjaulados a una edad en la que es tan importante la relación con los demás»

O sea, que mantenerlos encerrados en casa puede derivar en problemas de relación con los demás cuando vayan creciendo.

BB: Necesitamos que los niños se comuniquen con los demás y los niños que desarrollan autismo no lo necesitan. A los niños les hace mucho bien ir al parque y a la guardería, aunque no sea en horario completo.