En un año de emergencia económica y social causada por la pandemia, el número de suicidios registrados en Baleares ha experimentado un descenso. Treinta personas se quitaron la vida en el archipiélago entre enero y mayo, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Las islas suman un centenar de suicidios de media cada año, por lo que los datos de los primeros cinco meses dibujan un 2020 con menos incidencia de la habitual. Y no es tan sorprendente como parece.

«Durante el confinamiento las personas han estado más controladas. Además, han vivido una cotidianeidad en la que a otras personas también les estaba yendo muy mal. Ayuda cuando el trauma está repartido entre muchos», valoró Nicole Haber, psicóloga clínica y responsable del Observatorio del Suicidio en Balears.

«Hay que recordar que grandes sucesos como una guerra o una pandemia no suelen generar repuntes graves de suicidios. Tampoco sucedió inmediatamente después de la crisis de 2008. Pero no hay que engañarse, en general no estamos bien», aclaró Haber.

Esta experta confirmó que, por lo general, la primera mitad del año hubo que lamentar menos muertes y tentativas. «Hemos estado en contacto con los hospitales y ha habido menos demanda de asistencia, también en el 061. Si en Balears hay una media de veinte tentativas de suicidio diarias, a lo mejor esta primera mitad de año ha habido diez», manifestó Haber.

Pese a todo, esta psicóloga clínica admite que los números de la segunda mitad del año pueden indicar un incremento, así como los de los primeros meses de 2021. «Estamos preparados para lo que pueda venir porque realmente no hemos vivido nunca una situación así y no sabemos lo que nos espera. Hay gente que arrastra duelos complicados, negocios cerrados o situaciones de malos tratos en los que la víctima ha convivido muchas horas con el maltratador», añadió Haber.

Jennifer Prata, coordinadora del grupo de prevención del suicidio del Colegio de Psicólogos de Balears (COPIB), afirmó que el confinamiento fue en su día un factor determinante para contener los suicidios. «Debido al encierro la gente ha estado con sus familiares, en un ámbito más controlado. El confinamiento pudo tener un efecto disuasorio y por otro lado sabes que en ese momento peligra la vida de tus seres queridos y dejas de pensar en quitarte la tuya. En todo caso, la pandemia ha generado muchos trastornos depresivos y de ansiedad. Y casi desde el inicio se disparó la prescripción de ansiolíticos y antidepresivos», destacó esta psicóloga.

Prata no descartó un incremento de suicidios en los próximos meses, pero dejó claro que, en este caso, la psicología pisa terreno desconocido. «Estamos viviendo una situación inédita y no sabemos qué va a pasar. Hay teorías que hablan de un repunte y otras de que se mantendrán en niveles bajos», indicó. Y puso en valor la prevención: «Desde marzo tenemos un teléfono de atención gratuita que funciona las 24 horas. Ahora mismo es una ayuda imprescindible para mucha gente que por la crisis no puede pagar un psicólogo».

Nicole Haber lamentó que la pandemia haya condicionado la actividad del Observatorio, y subrayó que estos próximos meses estarán muy pendientes de los jóvenes. «Son los que más nos preocupan. Cuando los adultos nos rompemos, estamos menos pendientes de ellos y quedan más desprotegidos», afirmó la responsable del Observatorio del Suicidio.

«Esto puede llevar a conductas autolíticas. Es decir, autolesiones que se provocan porque no saben gestionar su dolor emocional de otra manera al no tener aún las herramientas. No se las hacen con el objetivo de quitarse la vida, pero puede abrir las puertas a posibles tentativas», añadió Haber.