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El veraneo dobló en agosto el peso de la covid en Mallorca

Con el final del núcleo del periodo estival, la isla estabilizó el impacto en septiembre aunque en una zona peligrosa, y rebajó su papel de principal foco europeo de la pandemia

Gente con mascarilla en el aeropuerto Son Sant Joan

Isabel Díaz Ayuso culpa a Barajas de que su comunidad se haya proclamado capital europea del coronavirus. Sorprende el miedo a la importación por avión de la infección, en una autonomía convertida en supercontagiadora. Las protestas ante la transmisión por vía aérea de la pandemia deberían corresponder a los aeropuertos receptores de vuelos de Madrid, entre los que Son Sant Joan ocupa un lugar destacado. El repaso a la evolución del número de casos demuestra que el tráfico vinculado a la aciaga temporada estival, pese al cumplimiento de las expectativas más desinfladas, ha sido decisivo para que Balears se convirtiera en la región más afectada del continente.

Según se observa en la gráfica, el porcentaje de los casos aparecidos en Balears, en relación al resto del país, se encontraba en su posición más baja de los dos últimos meses a principios de agosto. En aquel momento, la comunidad aportaba apenas un 0,8 por ciento de los datos estatales, muy por debajo de su peso demográfico. A continuación, el trazado de la curva describe un aumento espectacular del número de infectados sin salir del mes central del verano. Este periodo se cierra por encima del 1,8 por ciento de los nuevos contagios españoles. La impronta de la penetración se había doblado ampliamente, con el vértigo adicional de que esta proyección tiene lugar dentro de un país especialmente castigado por la covid. La presencia real ha sido siempre superior a la recogida por el ministerio de Sanidad.

La salvaguarda de una temporada turística inexistente ha conllevado el tabú de minimizar el papel de destino veraniego en la proliferación de los contagios. Para camuflar el efecto estival que traduce la gráfica, se ha ocultado deliberadamente que los escasos focos hallados se deben a que los test tampoco han sido masivos. Para no herir susceptibilidades, se puede considerar que la multiplicación de casos se ajusta mutuamente a veraneantes y residentes. Las cifras adquieren la pendiente que refleja la curva debido a la interacción entre ambos. El coronavirus está íntimamente ligado al aire, por su transmisión cuerpo a cuerpo y por su difusión planetaria.

El papel decisivo de las vacaciones de agosto se percibe mejor por el cambio de la tónica en septiembre. Balears ha entrado este mes en la senda de la estabilidad, aunque sea consolidando unas cifras espectaculares de nuevos casos, siempre en la vecindad del dos por ciento de los aparecidos en la media estatal. En cumplimiento de los procesos de propagación de la pandemia, la desaparición del efecto inicial no elimina el impacto, porque la transmisión adopta la vía comunitaria.

Cuando Iago Negueruela presume de que uno de cada tres turistas recibidos en agosto por España desembarcaron en Balears, está señalando la vía de propagación que ha convertido a la pandemia en una amenaza vigente para Mallorca. De nuevo, el contagio es fruto del trato entre viajeros y nativos, de modo que los principales países prohibieron de facto que sus ciudadanos volaran a Son Sant Joan. Para quienes extrapolen que una temporada turística boyante y sin la reducción a una de cada cinco estancias hubiera empeorado la pandemia, no existe una linealidad entre los comportamientos y sus efectos. Los techos de saturación juegan un papel decisivo.

Mallorca sufrió una lesión reputacional importante y no solo fugaz, como daño colateral de su aumento desatado de contagios de la covid. El semanario británico The Economist ha desarrollado el proyecto “Rastreando el coronavirus a través de Europa”, donde se mide la evolución de la pandemia en un centenar y medio de regiones continentales. Balears presentaba unos registros discretos en julio, pero en agosto se colocó al frente de todas las zonas europeas. Solo se veía superada por Madrid, con la singularidad de su condición de capital.

Septiembre tranquilo

Con la llegada de septiembre, Balears rebajó notablemente su papel de principal foco europeo de la pandemia. En la actualización del pasado miércoles, The Economist la sitúa en la posición vigésima. Aunque ese retroceso dista de ser ideal, relaja la presión sobre la imagen de una isla que sería desaconsejable para cualquier experiencia turística.

Balears camufla su problema en el concierto europeo, pero en perjuicio de otras regiones españolas. Ocho de las diez zonas continentales más afectadas por la pandemia son comunidades autónomas. En el mapa que acompaña a los datos, el picacho balear ha encogido notablemente, pero dentro de un perímetro de geografías de alto riesgo.

El desplazamiento de Mallorca por parte de otras regiones españoles confirma la especificidad de agosto y su tráfico veraniego, a la hora de justificar el auge de los contagios. Todavía no se mide el influjo de las medidas de confinamiento por barrios, que no repercuten en los gráficos comentados. Pese a una suavización de la oleada que ha tenido lugar en su cresta, las cifras de Mallorca superan los niveles de penetración del virus que se consideran tolerables. A igual que todas las zonas que la preceden, dobla ampliamente los 50 nuevos contagios semanales por cada cien mil habitantes, que Alemania impuso como frontera del sosiego epidemiológico.

El adelanto de la segunda ola consolida una situación de sobresalto continuo que, en la hipótesis más desfavorable, enlazará con la gripe estacional. Ahora mismo, la peligrosa conexión pandémica entre Barajas y Son Sant Joan que ha dominado agosto se traslada al riesgo otoñal con Barcelona, dada la ebullición infecciosa en Cataluña.

La movilidad inestable que caracteriza al núcleo del verano no solo repercute en un aumento de los contagios, sino que dificulta adicionalmente su trazado. La comparación visual con una sociedad sedentaria plasma los problemas para detectar los orígenes de los focos. En concreto, Balears se sitúa por encima de la media española en el número de enfermos de covid que no conocen a otra persona infectada. También lidera los focos en los que se carece de pista alguna sobre el momento y lugar en que entraron en contacto con la covid.

El decalaje hospitalario de los casos graves surgidos de las vacaciones agosteñas se refleja en la reactivación de los planes de contingencia hospitalarios activados inicialmente en marzo.

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